María la Magdalena y María la de José observaban dónde quedaba puesto.
Dos de las mujeres que habían observado de lejos lo ocurrido en el Gólgota (cf. 15,40), observan ahora dónde ponen el cuerpo de Jesús. María la Magdalena y María la de José, que, sin duda, es la misma que antes aparecía designada como "la madre de José" (15,40), son meras espectadoras (observaban); siguen en la actitud que caracterizaba al grupo del que formaban parte (15,40: "observando de lejos"). Su única función es la de ser testigos de la sepultura de Jesús, de que éste está verdaderamente muerto. Esta es la razón de que del grupo de las cuatro mujeres nombradas anteriormente, aquí aparezcan sólo dos: para resolver una causa bastaba con la deposición de dos testigos (Dt 19,15; cf. Nm 35,30; Dt 17,6). Pero en este caso, el testimonio de las dos mujeres no vale de nada, y no por razones de tipo jurídico, sino que porque son incapaces de comprender que la vida de Jesús continúa tras su muerte. El perfecto pasivo [dónde] quedaba puesto (gr. [pou] tetheitai), que constituye el objeto de observación de ambas, indica estado definitivo, irreversible. Tal es la visión que estas mujeres tienen de la muerte. Por eso su testimonio es inservible. Para Mc, como para la comunidad cristiana primitiva, no se puede ser testigo de la muerte de Jesús, sin, al mismo tiempo, proclamar y testimoniar su resurrección.
La experiencia de estas mujeres o de aquellos a los que representan (los discípulos / los Doce) ha sido la de haber convivido con Jesús en Galilea, estando a su servicio como al de un líder (15,41). Tras su muerte, no han roto con Jesús; su figura sigue atrayéndolas. Aunque lejos de la cruz han estado en el Calvario y ahora están presentes en el momento de la sepultura. Siguen adictas a Jesús, pero sin encontrar un sentido a su muerte.
Ante el escándalo de la muerte de Jesús, no es de extrañar la desbandada de sus discípulos (14,50) y, en paralelo, la incomprensión de las mujeres, que los representan; ya Jesús la había previsto y les había dado cita en Galilea para después de su resurrección (14,27). El fracaso humano del Mesías les resulta incomprensible. Por otra parte, la vida en la muerte es algo tan nuevo que no pueden concebirlo.
Estas mujeres, simples espectadoras, han quedado paralizadas por el hecho de la muerte. Aunque con rumbo equivocado, se pondrán en movimiento después, cuando haya pasado un breve tiempo desde que Jesús fue sepultado (16,1-8).
No hay comentarios:
Publicar un comentario