martes, 13 de agosto de 2024

Mc 15,46

 Éste compró una sábana y, descolgando a Jesús, lo envolvió en la sábana, lo puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca y rodó una losa contra la entrada del sepulcro.

José "compra" una sábana. Un dato inverosímil en un día festivo, como el de Pascua, en el que todas las tiendas estaban cerradas. Con esta incongruencia histórica quiere Mc resaltar que José no ofrece a Jesús nada de su propia persona, sino algo externo a él. Su afecto por Jesús no lo lleva al don de sí mismo, que es la entrega que Jesús, en correspondencia a la de él, espera de los suyos.

Ayudado sin duda por otros, baja de la cruz el cuerpo de Jesús. De ordinario se amortajaba con una sábana usada, pero José quiere honrar a Jesús, envolviendo su cuerpo en una sábana nueva.

La sábana que emplea es símbolo de la mortalidad. Así apareció en la figura del joven que huyó desnudo cuando detuvieron a Jesús (14,50). Aquel joven representaba a Jesús mismo, que dejó "la sábana" que lo envolvía, signo de su condición mortal, en manos de sus enemigos y escapó libre. El hecho de amortajar el cuerpo de Jesús, de envolverlo en el símbolo de la mortalidad, muestra que, para José, la muerte ha triunfado. No percibe en Jesús la vida que vence a la muerte. Jesús es ya, para él, un pasado glorioso, un recuerdo, un cuerpo sin vida ni actividad.

Es tarde y hay prisa por terminar el entierro antes de la puesta del sol, cuando comenzaba el día de precepto. Contra la costumbre, no se lava el cuerpo de Jesús ni se le unge con aceite o bálsamos. Todo queda preparado para la narración que sigue (16,1-8).

Amortajado el cuerpo, lo puso en un sepulcro. El pronombre lo (gr. auton) designa a Jesús, a quien José intenta relegar al pasado. El sepulcro (gr. mnêmeios) en el que coloca a Jesús está excavado en la roca (gr. lelatomêmenon ek petras). Hay aquí una posible alusión a Is 22,16 (LXX): "¿Qué tienes aquí, a quién tienes aquí, que te excavas (elatomêsas) aquí un sepulcro (mnêmeion), que te haces en lo alto un sepulcro y te tallas en la roca (en petra) una morada?. El texto profético describe el esfuerzo en vano de Sobná, mayordomo de palacio de Ezequías, por construirse un espléndido mausoleo. También será inútil el esfuerzo de José por enterrar a Jesús en una sepultura honrosa. No ha captado la novedad de Jesús, pero lo considera una figura cuya memoria, siguiendo la tradición del judaísmo, hay que conservar en una digna morada sepulcral.

Una vez puesto en el sepulcro, lo cierra con una losa, que expresa la absoluta separación entre la vida y la muerte: la esperanza que José y otros habían puesto en Jesús ha terminado con su muerte. La incomprensión insinuada por la datación al principio de la perícopa ("Caída ya la tarde") se manifiesta aquí claramente.

José de Arimatea realiza con relación a Jesús la misma tarea que realizaron los discípulos de Juan Bautista tras la muerte de éste (6,29). A Jesús no lo entierran sus discípulos, que han acabado abandonándolo y dándose a la fuga (14,50), sino un simpatizante o admirador suyo. Pero mientras los discípulos de Juan entierran el "cadáver" (gr. ptôma) de su maestro José entierra lo que le ha pedido a Pilato: el "cuerpo" (gr. sôma) de Jesús (v. 43). Juan Bautista, tras su muerte, no tiene futuro, es sólo un cadáver; en cambio, Jesús, tras la suya, sigue siendo, para Mc, un "cuerpo" lleno de vida y dador de ella (14,22; 15,37) con un futuro imperecedero.

LA BIBLIA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

APÉNDICES - MARCOS

El final abrupto de Mc y la omisión de toda aparición del Resucitado a sus discípulos dio pie, ya en el siglo II, a la adición de apéndices ...