viernes, 15 de septiembre de 2023

Mc 1,23

 Estaba en la sinagoga de ellos un hombre poseído por un espíritu inmundo e inmediatamente empezó a gritar...

En medio de la aprobación general, resuenan gritos de protesta. El nuevo personaje no es designado como judío, sino como <<hombre>>, categoría universal. Está caracterizado de dos maneras: es miembro de la sinagoga y está poseído por un espíritu inmundo.

El hombre formaba parte de la reunión. En cuanto tal, es uno de los que observan la Ley y reciben la enseñanza de los letrados, encontrándose en el mismo engaño que los demás fieles. También ha escuchado la enseñanza de Jesús y, en consecuencia, ha experimentado la autoridad que en ella se manifestaba.

Pero el hombre está poseído. <<Espíritu inmundo/impuro>> significa un principio activo (<<espíritu>>) exterior al hombre, pero interiorizado por él, cuya presencia y actividad sitúan al hombre en antagonismo con Dios (<<inmundo>>). Es una fuerza que aliena al hombre y lo despersonaliza, privándolo de su juicio y libertad y convirtiéndolo en su instrumento. El poseído no actúa conforme a su calidad de hombre.

Puede precisarse el significo del <<espíritu inmundo>> por oposición al <<Espíritu Santo>>. Éste, comunicado a Jesús a raíz de su compromiso de entrega por amor a toda la humanidad, es fuerza de vida que une al hombre con Dios creando la relación con él como Padre (1,9-11). El <<espíritu inmundo>> representa el impulso contrario, no el de amor a la humanidad, sino el de violenta hostilidad contra ciertos grupos humanos, que busca el dominio, individual o colectivo; por eso aparta de Dios (inmundo/impuro) y ejerce una actividad contraria a él. La oposición entre los dos espíritu es la que existe entre amor y odio, paz y violencia, servicio y dominio.

La asistencia de este hombre a la reunión sinagogal muestra que en la institución religiosa judía está presente la impureza, incluso en el día y acción sacros. Impureza radical, interior, que posee al hombre, hace impura (incompatible con Dios) su actividad y no se lava con ritos. 

La acción de este individuo, inmediata y repentina, interrumpe la enseñanza de Jesús. La interrupción implica un juicio negativo sobre una enseñanza que provoca el desprestigio de los letrados/institución. Como los demás presentes, ha experimentado la autoridad de Jesús, pero discrepa del juicio negativo sobre los letrados manifestado por el resto de los asistentes. Las palabras que va a pronunciar indicarán que se trata de un partidario incondicional de la institución, representada por los letrados, y que no quiere verla perjudicada.

Para él, conforme a la enseñanza que ha recibido, la institución goza de autoridad divina, es decir, constituye un valor absoluto al que no puede oponerse ni la misma autoridad divina que ha percibido en Jesús. Dos absolutos frente a frente: la autoridad divina de Jesús y la de la institución judía.

De hecho, el carácter dogmático de la enseñanza de los letrados no admitía relativización alguna, por sostener ellos que la tradición oral era de origen divino, al igual que la escrita: la tradición era indiscutible, no admitía crítica ni aceptaba nuevos contenidos que la pusieran en cuestión.

La intervención de este hombre está, pues, causada por su adhesión incondicional a la doctrina oficial y, al mismo tiempo, por el espíritu que lo posee. Apunta una equivalencia entre <<estar poseído>> y <<dar una adhesión incondicional a la institución judía>>. Como se constatará a continuación, un espíritu inmundo representa precisamente el fanatismo de una ideología de poder o dominio, teñido de odio y de violencia destructora.

LA BIBLIA

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