una voz grita desde el desierto: <<Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos>>.
El texto siguiente (1,3: <<una voz grita>> / <<palabras de uno que grita>>, está efectivamente tomado de Is 40,3. Introduce un cambio de escena. Sin transición, el mensajero anunciado se hace presente y eleva su voz, localizado en un desierto; su misión (1,2: <<preparad el camino>>) no se realiza por la imposición o la violencia, sino por la exhortación (<<Preparad>>).
También esta cita, que se refería en el profeta a la salida de Babilonia, anuncia un éxodo: será el definitivo, porque va guiado por Dios mismo; pero <<el camino del Señor>> (Yahvé) queda identificado con el camino del Mesías (1,2: <<tu camino>>), que asume un papel divino: él llevará a cabo lo que, según la profecía, había de ser obra de Dios.
La voz grita desde el desierto, el lugar estéril y deshabitado, separado de la civilización y de la vida social. Desde Oseas (2,16-18), el desierto, lugar del éxodo, era símbolo de la fidelidad de Israel a Dios.
Desde ese desierto se exhorta a la sociedad a un cambio de vida. La exhortación se hace en plural, <<preparad, enderezad>>, señalando a todos un mismo cometido: la sociedad entera es responsable de la injusticia que en ella existe y debe rectificare. El Señor que viene podrá alcanzar su objetivo si los oyentes responden al llamamiento del que grita. La salvación no es cosa de Dios solo, ni tampoco del mensajero: todos han de poner de su parte.
Este texto profético, que se aplica a Juan, lo muestra como precursor del Mesías y anunciador de un nuevo éxodo liberador; en su misión se resume la función de todo el AT, <<preparad el camino del Señor>>. Juan prepara la misión del Mesías invitando a Israel a cambiar de vida (<<enderezad>>). El Mesías, Jesús ha de llevar a término el éxodo definitivo que conducirá a la nueva tierra prometida. Su obra será la de Dios mismo.
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