Y proclamaba: <<Llega detrás de mí el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para agacharme y desatarle la correa de las sandalias>>.
A medida que bautiza a la gente, Juan se da a conocer como precursor (1,7: <<detrás de mí>>; cf. 1,2: <<delante de ti>>) anunciando la llegada inminente de un personaje superior a él, que el lector identifica con Jesús Mesías (1,1).
En el caso de Elías (Mal 3,22), la motivación para la enmienda miraba al pasado: Moisés y la Ley; Juan prescinde de ese pasado. La motivación que él propone mira, en cambio, al futuro, a la llegada del que bautiza con Espíritu Santo, llegada que, según el texto de Is 40,3, citado por Marcos (1,3), equivale a la de Dios (<<preparad el camino del Señor>>).
Juan describe al que viene por comparación consigo mismo, fijándose en tres aspectos: su calidad (<<más fuerte>>), su dignidad (<<no soy quién>>) y su actividad (<<bautizar en agua - con Espíritu>>). Juan se presenta en todo como inferior, deshaciendo cualquier equívoco respecto a su misión.
La expresión <<el que es más fuerte que yo>> incluye un significado jurídico: <<el que tiene más derecho que yo>>. Esta expresión y la siguiente: <<desatarle la correa de las sandalias>>, aluden a la ley judía del levirato, cuya finalidad era procurar descendencia al hombre que hubiera muerto sin hijos. La ley prescribía que el hermano o un pariente próximo del difunto se casara con la viuda y que los hijos que le nacieran se consideraran hijos del difunto. En caso de que el que <<tenía derecho>> a casarse con la viuda renunciase a hacerlo, otro le quitaría la sandalia, indicando así que se apropiaba de su derecho y tomaba su puesto (cf. Rut 3,5-11).
Aplicando estos datos al texto de Marcos, se descubre una alusión al <<nuevo esposo>>: Israel, separado de su Dios, era infecundo. No es Juan, sin embargo, el que debe darle la fecundidad. El que tiene derecho a ser <<el Esposo>>, papel exclusivamente divino en el AT, es <<el que llega>>. Se indica así la esterilidad de la antigua alianza y se insinúa la constitución de un nuevo pueblo, cuyos miembros han de dar su fidelidad al que, como nuevo Esposo, asume el puesto de Dios y realiza su presencia.
De hecho, la respuesta de masas al pregón de Juan denuncia el fracaso de las antiguas instituciones. Por otra parte, la alusión a una nueva alianza no era del todo sorprendente para los contemporáneos de Juan; había sido anunciada por Jeremías (31,31-34): <<Mirad que llegan días ... en que haré una alianza nueva con Israel y con Judá ... Meteré mi ley en su pecho escribiéndola en su corazón, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo>>.
La gente podía esperar que Juan, que había despertado la conciencia de la injusticia y hecho patente la situación de la sociedad, asumiera el papel protagonista en la nueva alianza. Por eso el anuncio de Juan incluye una protesta: <<yo no soy quien>>. Desengaña a la gente presentándose como mero precursor.
Las expresiones de Juan (<<el que es más fuerte que yo>>, <<yo no soy quién>>) revelan que él no está llamado a fundar un nuevo pueblo; su tarea se limita a preparar el terreno al que llega. Su pregón mira al individuo. El que llega, en cambio, tiene por misión establecer una alianza, entra en el nivel social. Como se verá inmediatamente, la diferencia de <<fuerza>> entre Juan y el que llega está en que Juan dispone sólo de agua, mientras el que llega dispone del Espíritu de Dios, que es la fuerza divina.
No pronuncia Juan el título <<Mesías>>, tan arraigado en la tradición y ya dado por Marcos a Jesús (1,1). De hecho, este título se prestaba a una interpretación política y podía hacer olvidar el cambio personal. La alusión al <<Esposo>>, en cambio, pone de relieve la relación de amor y fidelidad mutua entre Dios/Jesús y el nuevo pueblo.
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