martes, 31 de octubre de 2023

Mc 2,19

 Les replicó Jesús: <<¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio está con ellos? En tanto tienen al novio con ellos no pueden ayunar.

En contraste con el presente que introduce la pregunta (lit.; <<Le dicen/preguntan>>), la respuesta de Jesús se introduce con un pasado (<<les dijo/replicó>>). Además, ahora se menciona su nombre, subrayando la importancia de lo que va a decir (cf. 2,5,17). Estos dos datos hacen ver a los lectores del evangelio que la respuesta a esa cuestión presente había sido ya dada por Jesús mismo en el pasado y que no hay por qué volver sobre el asunto.

Aunque los interlocutores habían establecido un contraste entre la práctica de sus discípulos y la de los grupos religiosos de la época, Jesús no alude al contraste ni se justifica criticando a los que obran de otra manera; lo que hace es cambiar el planteamiento de toda la cuestión. Para ellos, el ayuno es un medio de expiación, para Jesús es solamente un medio de expresión; por tanto, para juzgar de su validez hay que situarlo en la circunstancia concreta. Habrá que ver si, como tal medio de expresión, cuadra con el ambiente en que vive su comunidad.

Para mostrar el cambio de enfoque empieza Jesús con una pregunta retórica que exige una respuesta negativa. Su argumento apela a la experiencia; les propone el caso de una fiesta de boda.

El simbolismo nupcial había sido utilizado por los profetas para describir la relación entre Dios y el pueblo. El término <<esposo/novio>> alude, por tanto, a la alianza, pero sustituyendo esta formulación contractual por la nupcial, en la que ocupan el primer plano el amor y fidelidad mutuos.

El tema de la boda/alianza había sido insinuado por Juan Bautista (1,7: <<desatar las sandalias>>, véase Lect.). Por otra parte, el cambio de época quedó expresado en el pregón de Jesús (1,15: <<Se ha terminado el plazo, está cerca el reinado de Dios>>). Ahora se unen los dos temas: el reinado de Dios, la nueva época, implica una alianza nueva, caracterizada por el mutuo amor y fidelidad entre Dios y los hombres.

En los profetas, con la metáfora <<el Esposo>> se designaba a Dios. Al aplicarla a sí mismo, Jesús anuncia una alianza en la que él ocupa el lugar que ocupaba Dios en la antigua (cf. 14,24: <<la alianza mía>>), es decir, donde la relación del hombre con Dios se mide por su relación con Jesús. El Hijo de Dios (1,11) ejerce las funciones de Dios en la tierra (cf. 2,10).

De este modo, en la alianza que Jesús propone, Dios no queda separado y externo a la humanidad, sino que, en Jesús, el Hombre-Dios, se hace miembro de ella. Esta alianza, por tanto, no centra al hombre en una esfera divina exterior al mundo, lo hace profundizar en la realidad humana al vincularlo con la máxima expresión de esa realidad, el Hombre-Dios. Esa vinculación, que tiene a la semejanza con Jesús, ha de tener como efecto final la ruptura de los límites de la condición humana.

El pueblo de esta alianza o pueblo mesiánico está representado en esta perícopa por los que los interlocutores de Jesús han llamado <<sus discípulos>>, que en la alegoría de la boda aparecen bajo la figura de <<los amigos del esposo/novio>>.

El personaje central es el novio, a quien, según el uso de la época en Oriente, sus amigos se ofrecían para acompañarlo, organizar la fiesta y mantener el clima de alegría los días que duraban las festividades nupciales.

Nótese como describe Mc la presencia de Jesús con los suyos: <<el novio está con ellos>> (sujeto, el novio), <<tienen al novio con ellos>> (sujeto, los amigos). La primera frase expresa la iniciativa de Jesús; la segunda, su accesibilidad.

La pregunta de Jesús: <<¿Es que pueden ayunar...?>>, hace patente la incongruencia entre el ayuno y el clima de alegría propio de la boda y, en particular, del banquete, que se identifica con el banquete del reino de la perícopa anterior.

Termina la frase con una negación rotunda: <<En tanto tienen al novio con ellos no pueden ayunar>>, El ayuno no es expresión adecuada para los que viven la nueva realidad.

De hecho, la figura divina del novio/esposo, ahora trasladada a Jesús, quien considera a sus discípulos como amigos íntimos, supone una relación con Dios muy diferente a la antigua. Dios, presente en Jesús, no está lejano ni es ya un desconocido; su presencia es inmediata, y se hacen superfluas las instituciones mediadoras. El perdón está concedido por la adhesión a Jesús (2,5) y su favor asegurado, con lo que cesa la conciencia de pecado y la necesidad de expiación. Desaparece así el motivo religioso del ayuno y resulta improcedente la expresión de tristeza y luto.

En la alegría de la boda, usada como imagen, sería irracional pedir a los amigos del novio que ayunasen. Paralelamente, en la comunidad del Reino, la certeza del perdón y la experiencia del amor de Jesús, que es el de Dios, excluyen todo motivo de tristeza y, con él, su expresión con el ayuno.

La nueva cercanía de Dios en Jesús quita al ayuno su antiguo carácter religioso. La buena noticia del reinado de Dios (1,14s) hace caducar la praxis anterior. Empieza una nueva época, que no depende de la antigua ni sigue su línea.

Los interlocutores han hecho a Jesús responsable del modo de proceder de <<sus discípulos>>, a los que consideran subordinados a él como maestro y sometidos a sus normas.

También en esto cambia Jesús los términos: al llamar a los suyos <<los amigos del novio>> muestra que discípulo no quiere decir subordinado; seguirlo a él no significa someterse, sino proceder como él. Aunque es el centro del grupo (<<el novio>>), la relación que establece con los suyos es la de amistad.

Jesús se niega, pues, a imponer obligaciones y, de hecho, nunca aparece en Mc una regla dada por Jesús que el grupo deba observar; él sólo propone ideales y actitudes, análogos a los suyos propios. Educa a sus seguidores en la plena libertad, guiada por la adhesión a su persona y mensaje. No ocupa el puesto del padre que dirige a sus hijos, sino el del amigo que trata con sus compañeros e incondicionales.

En la comunidad, el elemento indispensable es su presencia; con ella, toda la concepción antigua queda superada. La disciplina no viene impuesta desde fuera, será el resultado espontáneo de la adhesión a él y a su tarea. El hombre, así centrado, encontrará por sí mismo maneras de regularse y modos de expresar la realidad que vive.

LA BIBLIA

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