Llegaron llevándole un paralítico transportado entre cuatro.
La narración pasa al presente (lit. <<llegan>>), indicando que se entra en la parte principal del relato y la actualidad de lo que se va a exponer.
La llegada de los portadores con el paralítico enlaza narrativamente con la afluencia de gente a Jesús <<de todas partes>>, como consecuencia del mensaje proclamado por el exleproso (1,45): la esperanza del reino de Dios abierta por Jesús a los marginados. Esto insinúa que el paralítico está incluido de algún modo en ese tipo de personas.
La construcción misma de la frase indica la inseparabilidad del paralítico y sus portadores. A éstos se alude dos veces: <<llegaron llevándole>> y <<transportado entre cuatro>>. Entre las dos menciones, en el centro, se sitúa la figura del paralítico, resaltando su importancia. En cambio, en ningún momento se afirma la individualidad personal de los anónimos portadores; se esconden detrás de las formas plurales griegas (v.3: <<llegaron, llevando, entre cuatro>>; v. 4: <<no pudiendo, levantaron, abrieron, descolgaron>>).
El paralítico, personaje anónimo y sin voz, es un prototipo de invalidez, el hombre que no puede moverse por sí mismo ni tiene libertad de acción. Los portadores tienen que llevarlo en una camilla (2,4). Yacer permanentemente, sin capacidad de movimiento, es una situación sin remedio y equivale prácticamente a estar muerto.
Los portadores, también anónimos y sin habla, tienen como único rasgo característico el ser <<cuatro>>. Este dato, narrativamente superfluo (cf. Mt 9,2; Lc 5,18), proporciona la clave de su significado. En efecto, es bien conocido el simbolismo del número cuatro, que representa los cuatro puntos cardinales y, en consecuencia, el mundo y la humanidad entera.
Para determinar el significado de la figura del paralítico en relación con sus portadores hay que examinar anticipadamente el v. 5. Después de la actividad de los <<cuatro>>, quienes, saltándose todas las barreras, consiguen colocar al paralítico ante Jesús, dice el texto: <<Viendo Jesús la fe de ellos, le dice al paralítico: "Hijo, se te perdonan tus pecados".
El paso aparentemente ilógico del plural (<<de ellos>>) al singular (<<le dice>>) da la clave de interpretación de los personajes. De hecho, la fe que Jesús <<ve>> se identifica con las acciones de los portadores del paralítico, que manifiestan su infatigable tenacidad y vencen todas las dificultades, mostrando la importancia que atribuyen al encuentro del paralítico con Jesús. El paralítico, por el contrario, es una figura totalmente pasiva, y el texto no ofrece ningún dato, ni siquiera una petición de este hombre a Jesús, por el que manifieste su propia fe.
Siendo la fe la que obtiene el perdón de los pecados, el dicho de Jesús resulta incongruente: se perdonan los pecados del que no ha mostrado fe, mientras nada se dice de los que la han mostrado. Esto indica que existe una identificación entre la figura del paralítico y la de los portadores que han manifestado la fe: uno y otros son una mismo personaje.
Puesto que los <<cuatro>> representan a la humanidad que no pertenece a <<la casa de Israel>> donde se encuentra Jesús, el paralítico pasa a ser figura representativa de la humanidad <<pecadora>>, denominación que señalaba a los que estaban fuera de la Ley de Israel, en particular a los paganos.
Esta humanidad se presenta, pues, en la perícopa bajo un doble aspecto: activo, en cuanto en la figura de los cuatro manifiesta su anhelo invencible de acercarse a Jesús; pasivo, en cuanto en la figura del paralítico aparece aquejada de un mal que equivale a la muerte. Los cuatro aparecen así como un doble literario de la figura del paralítico. El personaje real es la humanidad misma, desdoblada en dos actores: los cuatro portadores (actor colectivo), que representan su deseo de salvación, y el paralítico, que pone ante los ojos su necesidad de salvación.
De los dos, el principal es el paralítico, como lo indican, por una parte, la construcción antes notada, donde el paralítico ocupa el centro, haciendo de sus portadores figuras subordinadas; por otra, la quíntuple repetición del término <<paralítico>> en el texto de la perícopa (2,3.4.5.9.10). Se pone así de relieve la necesidad de salvación.
El episodio es, pues, programático: presenta a Jesús como salvador, no sólo de Israel, sino de la humanidad, prefigurando el acceso de los paganos al Reino. La salvación para la humanidad entera procede de Israel (<<la casa de Israel>>). No ha resultado inútil la elección de este pueblo, puesto que en él ha nacido Jesús.
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