<<Por sí misma la tierra va produciendo el fruto:>>
Teniendo en cuenta la parábola anterior (4,20), <<la tierra>> es <<la tierra buena>> y representa a los hombres que no ponen obstáculos al mensaje. Si en la primera parte de la parábola se ha tratado de la asimilación interior de éste, ahora va a exponerse la transformación que esta asimilación produce.
La frase empieza con gran énfasis: <<por sí misma>>; el proceso que va a describirse no tiene causa exterior: el hombre/tierra tiene energías en sí mismo para hacer fructificar el mensaje y entra en actividad por su contacto con él. El mensaje/semilla actúa como catalizador de las potencialidades humanas y, de hecho, el fruto se atribuye al hombre/tierra. La fuerza vital contenida en el mensaje es actualizada por la fecundidad del hombre mismo. No hay excepciones: en contacto con esta semilla, la tierra buena fructifica siempre. Esto muestra que el hombre y el mensaje están hechos el uno para el otro, que existe una connaturalidad entre ambos y que, si no se encuentran, ambos quedan frustrados.
La parábola describe, pues, el mismo proceso desde dos puntos de vista, el de la semilla y el de la tierra: el mensaje penetra en el hombre, la respuesta de éste produce el fruto. El mensaje es palabra que el hombre traduce en hecho.
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