Entonces sobrevino un fuerte torbellino de viento; las olas se abalanzaban contra la barca, y ya la barca se iba llenando; él se había puesto en la popa, sobre el cabezal, a dormir.
El programa de Jesús mira a la liberación y salvación de la humanidad; el de los discípulos, a la gloria de Israel. Jesús actúa movido por el Espíritu de Dios (1,9-11); ellos, por la ideología del judaísmo. A la acción de los discípulos, contraria al propósito de Jesús, sucede sin intervalo el desencadenarse de una tempestad. Levantadas por un fuerte torbellino de viento, las olas se abalanzaban contra la barca, con tal violencia que está a punto de hundirse.
Para determinar el significado de la tempestad hay que notar, en primer lugar, la sucesión inmediata (<<Entonces>>) de la acción de los discípulos y el desatarse del torbellino, apuntando que el segundo es consecuencia de la primera.
En segundo lugar, las tres sucesivas menciones de la barca (v. 36: <<se lo llevaron mientras estaba en la barca>>; v. 37: <<las olas se abalanzaban contra la barca, y ya la barca se iba llenando>>), que no volverá a ser nombrada en la perícopa, muestran el vínculo entre los vv. 36 y 37.
Finalmente, hay que tener en cuenta como trasfondo la historia de Jonás: fue la resistencia de Jonás al encargo divino lo que provocó la tempestad (Jon 1,12: <<por culpa mía se ha desatado ... esta gran tempestad>>). En Mc, es la resistencia de los discípulos al mensaje de Jesús la que provoca el fuerte torbellino de viento. Éste representa, por tanto, el mal espíritu que mueve a los discípulos, cuya violencia provoca la amenazadora reacción del <<mar>>.
El mar, de suyo favorable (4,1: Jesús está <<dentro del mar>>) y paso hacia el mundo pagano, se encrespa con este viento/mal espíritu y se convierte en <<las olas>>, cerrando el camino a la misión; las olas que se abalanzan contra la barca son figura de la hostilidad del paganismo contra un grupo misionero (la barca) que sostiene la superioridad del pueblo judío, implicando la inferioridad de los demás y la necesidad de asimilarse a Israel para obtener la salvación. No se les propone la igualdad, se afirma un privilegio.
El camino debería estar abierto al mensaje de Jesús, que ofrece la salvación a todos los hombres por igual, pero la propuesta judaizante lo hace impracticable: la misión resulta imposible.
El peligro es inminente: <<ya la barca se iba llenando>>. La actitud de los discípulos no sólo impide la misión, sino que pone en peligro la existencia del propio grupo. El mundo pagano no tolera a los que quieren imponerle tal ideología y está dispuesto a aniquilarlos.
Con esta situación de peligro contrasta la acción de Jesús: <<él se había puesto en la popa, sobre el cabezal, a dormir>>. Jesús está forzado a la inactividad por los discípulos, que han prescindido de él, y no puede colaborar en una misión contraria a su mensaje.
Mientras dure la tempestad sólo podrá intervenir si recurren a él. Se queda en la popa, lugar del timonel, pero no lo dejan marcar el rumbo. El hecho de ponerse a dormir en el lugar destinado para ello, <<sobre el cabezal>>, muestra que su sueño es intencionado, no accidental. Nueva alusión al libro de Jonás, que bajó a dormir cuando ya la tempestad se había desatado (Jon 1,5b LXX: <<Jonás, en cambio bajó al fondo de la nave y se puso a dormir profundamente>>). El gesto de Jesús hace ver que él no se siente amenazado por la tempestad; su programa no quedará frustrado, a pesar de la infidelidad de este grupo.
El hecho de que Jesús <<duerma>>, es decir, que no se deje sentir su presencia, es un nuevo indicio de que el episodio anticipa una praxis pospascual de misión; es como si estuviera muerto. Por otra parte, el término <<el cabezal>> se usaba también para el que se ponía bajo la cabeza de un difunto. Jesús se muestra vivo cuando la comunidad está unida a él y trabaja en unión a él. Cuando ella actúa prescindiendo de él y de su mensaje, es como si no hubiese resucitado, y la misión, sin él, fracasa.
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