Dejando a la multitud, se lo llevaron mientras estaba en la barca, aunque otras barcas estaban con él.
Jesús sigue en la barca desde donde ha enseñado (4,1). El texto señala además la presencia de dos grupos, uno situado en el mismo lugar que la multitud y otro que se encuentra en otras barcas.
La respectiva situación de cada grupo muestra su disposición interior. El primero, que acompañará a Jesús en la travesía y se dirigirá a él llamándolo <<Maestro>> (4,38), es el grupo de los discípulos. Estos, como la multitud, se habían quedado <<en la tierra>> (4,1) y desde allí habían escuchado la enseñanza de Jesús. En aquella escena, <<quedarse en la tierra>> significaba estar apegado al territorio de Israel, es decir, profesar los ideales del judaísmo, razón por la cual Jesús no pudo hablar a la multitud más que en parábolas (4,11).
Al señalar Mc que los discípulos estaban hasta entonces con la multitud, indica que han escuchado toda la enseñanza con la misma actitud que ésta: así lo ha mostrado su incomprensión de las parábolas (4,13.34). Aunque han escuchado a Jesús <<de cara al mar>> (4,1d), su visión de los paganos y de la misión con ellos están condicionadas por su permanencia <<en la tierra>>, es decir, en la ideología del nacionalismo judío; de ahí que la escena se haya presentado bajo el signo de la incomprensión (<<caída la tarde>>).
El otro grupo que aparece es el de las barcas <<que estaban con él>>. La relación personal expresada por el texto (<<con él>>) en lugar de local (p. ej., <<estaban allí>>), muestra que el término que se relaciona con Jesús no son las barcas mismas, sino sus ocupantes. Es decir, las barcas representan grupos de hombres. De este modo, más que la cercanía local de las barcas a Jesús se subraya la cercanía personal o afinidad de sus ocupantes con él.
Estos grupos de hombres <<estaban con él>>, expresión que ha servido a Mc para designar la primera finalidad de la convocación de <<los Doce>> (3,14) y que equivalía a prestar una adhesión incondicional a la persona y programa de Jesús.
Los que están en las barcas cumplen ya esta condición, que aún no cumplen los discípulos. Son, pues, seguidores de Jesús distintos de ellos y se identifican con el grupo de <<los que estaban en torno a él>> (4,10, cf. 3,32.34). El plural <<barcas>>, por oposición a <<la barca>> donde van a viajar los discípulos, muestra que el grupo de los que no proceden del judaísmo es más numeroso que el de los que proceden de él (3,32: <<multitud>>, cf. 2,15: <<eran muchos>>).
Están en barcas, como Jesús; no se han quedado <<en la tierra>>, es decir, han abandonado la ideología del judaísmo que por un momento los había arrastrado (4,10). La explicación de Jesús (4,14-20) les ha abierto los ojos y, al contrario que los discípulos, han comprendido el secreto del Reino y no necesitan explicaciones en privado (4,34). Como Jesús mismo, se encuentran <<dentro del mar>> (4,1), lugar de paso hacia los pueblos paganos. Han comprendido el universalismo del mensaje y están dispuestos a empezar la misión (<<barcas>>).
En este contexto, los discípulos <<se llevan a Jesús>>. El verbo <<llevarse>> significa en Mc tomar consigo a una o varias personas con exclusión de otras. Los discípulos se llevan a Jesús en la barca donde estaba, dejando de lado las otras. Pretenden monopolizar la misión y enfocarla según las categorías judías que ellos profesan, manteniendo la prioridad y superioridad de Israel sobre los demás pueblos. No les interesa que tomen parte en la misión los miembros del otro grupo, que han abandonado tales categorías.
Por eso, aunque la invitación de Jesús se dirigía a ambos grupos, los discípulos, con su maniobra, excluyen de la misión al grupo no israelita. No consultan a Jesús ni le permiten tomar decisión alguna. Prácticamente lo secuestran, contrariando su deseo de ir acompañado en la misión por los dos grupos; toman una iniciativa opuesta a la de él. El inciso <<mientras estaba en la barca>> pone en evidencia la maniobra.
Tratándose, como parece, de la misión pospascual, el episodio manifiesta que, en tiempos de Marcos, el grupo procedente del judaísmo (los Doce/los discípulos) emprendían la misión sin tener en cuenta los principios propuestos por Jesús y, al mismo tiempo, procuraba impedir que el grupo no israelita participase en ella.
La tempestad
A partir de este momento, la perícopa toma por trasfondo el episodio de Jonás en la nave (Jon 1). Este profeta, enviado a un pueblo pagano, rechazó el encargo divino y, en consecuencia, se produjo una tempestad que puso en peligro la vida de todos los tripulantes del barco. Jonás se echó a dormir en la bodega (1,5).
En la perícopa de Mc, sin embargo, la figura de Jonás se desdobla: la infidelidad y, por tanto, la culpa de la tempestad se atribuye a los discípulos; el sueño, a Jesús. Este asume también el papel de Dios, pues es él quien calma la tempestad. Los discípulos son a la vez culpables y víctimas; pero, a diferencia de Jonás, no reconocen su culpa.
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