Inmediatamente se secó la fuente de su hemorragia, y notó en su cuerpo que estaba curada de aquel tormento.
La eficacia de su acción es inmediata. El contacto con el manto de Jesús, es decir, su adhesión y confianza en él, rompiendo el muro de la Ley, la cura. Su confianza no la había engañado.
El texto describe el hecho desde un punto de vista objetivo (<<se secó la fuente>>) y desde un punto de vista subjetivo (<<notó en su cuerpo>>). Ha cesado la pérdida de vida. La experiencia es de curación definitiva (<<estaba curada>>). El hecho objetivo (<<se secó la fuente>>) indica que, al desentenderse de la Ley, ha eliminado la causa de su mal. La experiencia subjetiva (<<notó en su cuero>>) marca la conciencia del nuevo estado de libertad y vigor.
La curación se opone al historial médico relatado antes: a los sufrimientos provocados por los falsos médicos se opone la facilidad con que se cura recurriendo a Jesús; a los gastos que la han dejado en la miseria, la gratuidad; al prolongado proceso, la inmediatez. El deseo de vida de la mujer, continuamente frustrado por la Ley, se ha encontrado con el deseo de Jesús de comunicarla.
El jefe de sinagoga ha tenido que romper con su institución para acudir al heterodoxo Jesús; la mujer rompe con la Ley para obtener la salud. En ambos casos, la posibilidad de vida está ligada a la ruptura con el sistema religioso opresor.
El término <<tormento>> ha aparecido en 3,10, referido a la opresión social que padecía la muchedumbre que acudía a Jesús. Aparece la relación entre las dos perícopas: la mujer representa al Israel oprimido por el sistema socio-religioso con el arma de la Ley. La cesación del tormento significa que ha cesado la opresión.
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