Luego entró y les dijo: <<¿Qué alboroto y qué llantos son éstos? La chiquilla no ha muerto, está durmiendo>>. Ellos se reían de él.
Jesús ha contemplado el alboroto desde fuera. Ahora entra en la casa donde se llora y se grita. Entra para rectificar la interpretación de la muerte que dan los presentes con su dolor. Se dirige a ellos para reprocharles su demostración de dolor, proponiéndoles implícitamente que revisen su actitud. Sus palabras hacen vislumbrar una esperanza.
A continuación les propone Jesús cómo debe interpretarse el hecho: <<la chiquilla no ha muerto, está durmiendo>>. El primer miembro se opone frontalmente a la afirmación hecha antes por los emisarios llegados de la casa del jefe de sinagoga: <<tu hija ha muerto>> (5,35), noticia que anticipaba el duelo que se manifiesta ruidosamente en la casa. Entonces Jesús desmintió la afirmación de los emisarios exhortando a la fe al jefe de sinagoga; ahora, en la casa, desmiente la necesidad de duelo con una rotunda negación de la muerte.
Para designar a la niña usa Jesús el término <<chiquilla>>, que aparecerá otras tres veces en el relato que sigue. No se la volverá a llamar <<hija>>, denominación que indicaba su dependencia respecto al jefe de sinagoga. Jesús reconoce la minoría de edad (<<chiquilla>>), pero no la dependencia.
Al decir <<está durmiendo>> quita Jesús a la muerte su carácter definitivo. Desde el momento en que él está presente, se produce un cambio: lo que antes se consideraba irreversible, deja de serlo, porque Jesús propone una alternativa que antes no existía y que permite superar esta muerte.
El verbo <<dormir>>, conectado con la subsiguiente interpelación de Jesús a la niña, parece aludir al único pasaje del Cantar donde el <<dormir>> de la esposa está en relación con la voz del esposo: <<Estaba durmiendo ... cuando oigo a mi amado que me llama>> (Cant 5,2). La escena que sigue confirmará el sentido nupcial del relato.
La reacción de los presentes es de total escepticismo. No aceptan la esperanza que les abre Jesús. Para ellos, lo que ha dicho es absurdo. Constatan que en la institución el pueblo muere y se limitan a desahogar su dolor.
Las palabras de Jesús eran una invitación implícita a confiar en él, una invitación a la fe (v. 36). Su invitación es rechazada. Los que están integrados en la institución no admiten la existencia de una alternativa fuera de ella. Ante la evidencia del hecho de la muerte, la afirmación de Jesús les suena a despropósito; de ahí su reacción. <<Ellos se reían de él>>. Del llanto han pasado a la risa; se ríen del que pretende conocer una salida de la muerte.
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