Es que eran muchos los que iban y venían, y ni para comer encontraban momento propicio.
Mc vuelve atrás en la narración para describir la situación en que se encontraban los Doce cuando Jesús los invita a ir a un despoblado. Podría haberles explicado de nuevo el mensaje y su universalidad sin necesidad de cambiar de lugar, pero hay un impedimento: la mucha gente que va y viene para tomar contacto con el grupo, mostrando su acuerdo con lo que los enviados han realizado y enseñado.
De hecho, los Doce reciben numerosas adhesiones (<<eran muchos>>). Se confirma el sesgo que han dado a su anterior actividad: han suscitado la esperanza en la restauración de Israel y el entusiasmo por el grupo cuyo líder es Jesús. Las expectativas creadas por ese mensaje se interponen entre Jesús y la gente y hace que ésta no busque ya a Jesús mismo. <<Los que van y vienen>> no lo hacen para ponerse en contacto con Jesús; no van <<a él>> como se ha señalado en las ocasiones anteriores (1,32; 1,45; 3,7; 4,1; 5,21).
Se tiene una situación paralela a la encontrada a raíz de la constitución de los Doce, cuando se congregó en la casa tal multitud de gente que no los dejaban ni <<comer pan>>. Ya se explicó en aquella ocasión el sentido de esta expresión, usada por los rabinos, para quienes <<el pan>> era la Ley (cf. 3,20 Lect.). El pan que los Doce tenían en <<la casa>> era el mensaje de Jesús, y deberían haberlo asimilado, pero la presencia de la multitud lo impidió.
La situación aquí es análoga; la necesidad de asimilar el mensaje (<<comer>>) que tienen los discípulos se ve frustrada por el tráfago de gente. Los Doce posponen el <<comer>>, es decir, la instrucción de Jesús, para atender a los que acuden. El énfasis de la frase, poniendo en primer lugar la finalidad <<ni para comer>>, muestra que era ésta la actividad más importante y urgente, ante la cual todo lo demás debía pasar a segundo plano.
En realidad, la situación es peor que la de 3,20, donde la imposibilidad de comer aparecía como independiente de la voluntad de los discípulos, siendo consecuencia inevitable de la presencia de la multitud (<<no podían ni comer>>). Aquí no es consecuencia inevitable, sino que los discípulos mismos juzgan más importante ocuparse de los numerosos adeptos que asimilar el mensaje (<<comer>>). Están absorbidos por esa actividad, sin contacto con Jesús. Inmersos en el trato con los visitantes, son ellos mismos los que <<no encuentran un momento propicio>>. El entusiasmo que los circunda los ciega. Es un caso parecido al de Cafarnaún con Jesús (1,33), pero ahora los protagonistas del entusiasmo popular son ellos, y se dejan arrastrar.
Lo sucedido con Juan Bautista, es decir, el fracaso de su movimiento por la inconstancia de la opinión popular, y con Jesús, rechazado en <<su tierra>> después del entusiasmo de la población de Cafarnaún, no les ha abierto los ojos.
Jesús ha interrumpido la euforia, invitándolos a marcharse a otro lugar. Lo primero que necesitan es un alto para recapacitar, para <<estar con él>> (3,14) y asimilar su mensaje, pues los que van y vienen no dan la adhesión a este mensaje, sino al falso que ellos han propuesto.
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