Él les contestó: <<Dadles vosotros de comer>>. Le dijeron: <<¿Vamos a comprar panes por doscientos denarios para darles de comer?>>
Cuando los discípulos afirman la necesidad de despedir a la gente, solución insolidaria que esquiva el compromiso, Jesús les hace una inesperada contrapropuesta: <<Dales vosotros de comer>>. Deben ocuparse de la multitud, no pueden desentenderse de ella. Les cambia la perspectiva: todos deben comer por obra de los discípulos.
El <<dar>> que les pide se opone a la propuesta que han hecho de que la multitud vaya a <<comprar>> alimento (v. 36). Este <<comprar>> implicaba que cada uno debía resolver el problema por su cuenta; el <<dar>>, en cambio, implica la solidaridad y la generosidad. Son dos planteamientos diametralmente opuestos: el de los discípulos, que se conforma con que cada cual busque satisfacer sus necesidades materiales por medio del dinero (<<comprar>>), ateniéndose a lo que es normal en la sociedad; el de Jesús, que abre una dimensión alternativa, la del compartir (<<Dadles vosotros de comer>>).
El <<dar>> que propone Jesús está en la línea del amor. El alimento es factor de vida, y de la calidad del alimento depende la calidad de la vida. El alimento de siempre (el que proponen los discípulos), alimento sin amor, sostiene la vida física, pero no transforma al hombre; el que propone Jesús, alimento con amor-solidaridad, que implica el don de sí mismo, no sólo sostiene la vida física, sino que, al crear una nueva relación humana, la del amor mutuo, va transformando al hombre. Dar pan con amor significa ofrecer vida.
Como se ha visto (v. 34 Lect.), la enseñanza de Jesús a esta multitud retomaba los temas tratados en el discurso de las parábolas. En la orden que da a los discípulos (<<dadles vosotros de comer>>) hay sin duda una alusión a la primera parábola del Reino: <<cuando el fruto se entrega>>. La característica del hombre nuevo, del seguidor de Jesús, es precisamente el don de sí mismo a los demás (4,29 Lect.), y el primer paso de esta entrega es saber compartir lo que se tiene, base para constituir una sociedad humana solidaria.
Pero los discípulos no habían comprendido las parábolas (4,34 Lect.); después, no han encontrado tiempo para que Jesús los instruya (6,31) y no han escuchado su enseñanza a la multitud (v. 35). Por eso no salen de sus propios esquemas y no saben interpretar la propuesta de Jesús. Si, como él dice, han de dar de comer a la gente, tienen que recurrir al dinero, el único medio, según ellos, para obtener alimento; y si la gente no va a comprar, tendrán que ir ellos mismos. Piensan en las categorías de siempre, no comprenden la alternativa que propone Jesús ni su propósito, pues, aunque con dinero se puede comprar y dar pan, no se cambia la relación humana, porque no hay don de la persona; para empezar una nueva sociedad, el pan debe ser el vehículo de la solidaridad que transmite vida.
Los discípulos plantean el problema de la cantidad de dinero necesaria para dar de comer a la multitud: doscientos denarios era más de medio año de jornal. La propuesta de Jesús les parece disparatada (<<¿Vamos a comprar, etc?>>); para ellos, la gran cantidad de dinero que se necesita es el obstáculo para poder alimentar a la multitud. Ellos mismos reconocen que es imposible, que no está a su alcance satisfacer la necesidad material de la gente.
Sin embargo, ellos que hablan de dinero para comprar provisiones habían sido enviados por Jesús sin permitirles llevar provisiones ni dinero (6,8 Lect.). En aquella ocasión debían haber vivido de la solidaridad de la gente, experimentando la generosidad de los otros; pero como no llevaron a la práctica las instrucciones de Jesús (6,12-13 Lect.), no han aprendido la lección. No saben de solidaridad ni generosidad.
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