Lo tomó aparte, separándolo de la multitud, le metió los dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua.
Jesús no ha tomado la iniciativa respecto al sordo, pero está disponible para intervenir: cuando se lo presentan, actúa sin tardar.
La precisión <<aparte>>, que en los seis otros pasajes en que aparece está referida a los discípulos (4,34; 6,31.32; 9,2.28; 13,3), indica en esos seis casos que la falta de comprensión de todos o parte de ellos hace necesaria una explicación de Jesús (4,34 Lect.); al aplicarse al sordo confirma que éste retrata la situación de los discípulos.
Jesús separa al sordo/discípulo <<de la multitud>>, que aparece de improviso en el texto, sin que se haya hecho mención de ella al presentar al sordo-tartamudo. Como en 7,14, <<la multitud>> designa al grupo de seguidores que no proceden del judaísmo. Jesús no quiere involucrar a estos seguidores en las dificultades que atañen al grupo israelita y que dependen de su apego a los ideales nacionalistas judíos. La situación es paralela a la de 7,17, donde Jesús se separó de <<la multitud>> para entrar en <<la casa>> donde se encontraban los discípulos, que no habían entendido el dicho sobre lo que hace profano al hombre (7,14-15).
Jesús quiere eliminar las dos taras, la sordera y la tartamudez. Respecto a la primera, en vez de aplicar la mano al sordo, como le habían pedido, le mete los dedos en los oídos; respecto a la segunda, le toca la lengua con su saliva.
La acción de meter los dedos en los oídos, como si los perforara, significa que Jesús tiene que vencer una fuerte resistencia; quiere hacerse oír eliminando el obstáculo, haciendo llegar a la mente de los discípulos el mensaje del universalismo, para que adopten una nueva actitud respecto a los paganos.
En la cultura judía, la saliva, como la sangre, se consideraba <<aliento condensado>>. Aquí Jesús la aplica al individuo en la lengua con los dedos (<<le tocó la lengua>>); el contexto cultural judío hace ver que la fuerza que transmite Jesús con su saliva es su aliento/Espíritu. Tocar la lengua con la saliva, es decir, impregnarla del Espíritu, representa el deseo de Jesús de que sus discípulos proclamen el mensaje universalista sin ambages y con valentía. Jesús quiere liberarlos de las doctrinas que han enseñado (6,32) sobre la restauración de Israel; quiere que hagan suyo su mensaje y que hablen conforme a él.
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