martes, 13 de febrero de 2024

Mc 7,6-7

 Él les contestó: <<¡Qué bien profetizó Isaías acerca de vosotros los hipócritas! Así está escrito: <<Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me dan culto, pues enseñan como doctrinas preceptos humanos>> (Is 29,13).

Jesús responde a la pregunta de los fariseos y letrados con una fuerte invectiva; el hecho de que ésta se dirija conjuntamente a los dos grupos muestra una vez más que también los letrados bajados de Jerusalén pertenecen al partido fariseo.

Para empezar, utiliza Jesús un texto del profeta Isaías, el profeta ya mencionado por Mc, que habló de preparar el camino al Mesías, enderezando sus sendas, es decir, suprimiendo la injusticia y restableciendo la buena relación entre los hombres (Is 40,3; Mc 1,2).

En este caso va a usar el texto de Is 29,13, pero antes, resumiendo su contenido, caracteriza a sus adversarios como hipócritas, y los hace destinatarios de la denuncia del profeta (<<acerca de vosotros>>). <<Profetizó>> no quiere decir que Isaías tuviera en vista a estos hombres, sino que el texto inspirado dura hasta el momento presente (<<está escrito>>) y es así un testimonio actual, vivo, que sirve para describir la actitud y el proceder de los fariseos y letrados. Son los representantes de lo peor de Israel.

La palabra <<hipócrita>> designaba en el mundo griego a un actor, aquel que simula actitudes o sentimientos ante un público; fuera de la escena equivale a <<farsante>>.

El texto de Isaías habla de <<este pueblo>>, englobando a todo Israel. En el contexto de Mc, sin embargo, <<este pueblo>>, como antes <<todos los judíos>> (v. 3), designa a los que siguen la doctrina de fariseos y letrados. Es la única vez que aparece en Mc la palabra <<pueblo>> (laos) en boca de Jesús (cf. 14,2), y no precisamente en sentido favorable.

El texto profético opone por una parte <<los labios>>, las palabras, la exterioridad, al <<corazón>>, la adhesión interior. Los fariseos y letrados hablan siempre de fidelidad a Dios, pero su actitud interior, que desprecia a los que no siguen su interpretación de la Ley y que evita el contacto con la mayor parte del pueblo y con los paganos, no puede ser más opuesta (<<lejos de mí>>) a la idea del Dios rico en misericordia y al mandamiento <<amarás a tu prójimo como a ti mismo>> (Lv 19,18). Esta discordancia entre la apariencia y la interioridad es lo que constituye la hipocresía.

De ahí que su piedad y su observancia estén vacías, porque lo que ellos proponen para honrar a Dios no es lo que Dios quiere; no es un corazón sincero y cercano a él por el amor a todos, sino una variedad de preceptos y enseñanzas humanas. La piedad farisea no nace de lo interior, se ha convertido en una rutina ritual.

LA BIBLIA

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