Él le declaró: <<Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven>>.
Al dirigirse de nuevo a Jesús, el hombre repite el apelativo <<Maestro>>; acepta, por tanto, su doctrina. Declara a continuación haber cumplido desde joven todos los mandamientos enunciados por Jesús referentes al prójimo; es decir, no haber hecho nunca daño a nadie. Aparece así como un modelo de observancia de lo esencial de la Ley. Esto hace ver que Mc describe una figura ideal, el rico honrado y perfecto cumplidor de la Ley de Dios, para mostrar hasta dónde llegan las exigencias éticas de la Ley y crear el contraste con las del mensaje de Jesús.
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