Ellos, enormemente impresionados, se decían unos a otros: <<Entonces, ¿quién puede subsistir?>>
El segundo dicho de Jesús hace gran impresión en los discípulos, que no se explican su exigencia: se preguntan si es posible que el grupo subsista sin el apoyo de la riqueza material. Tienen miedo a las consecuencias de la renuncia que Jesús exige a los ricos: si Jesús no admite que la riqueza entre en el grupo, no ven horizonte para el futuro y temen que el reino de Dios vaya a ser una sociedad de miserables. También ellos ponen su confianza en el dinero. No perciben las implicaciones del <<tesoro del cielo>> (10,21).
Los discípulos esperaban que la comunidad tuviese asegurada su subsistencia gracias a los pudientes que fueran admitidos en ella. No se dan cuenta de la dependencia que esto crearía para muchos de sus miembros: la igualdad entre todos y, en consecuencia, la libertad serían imposibles o ilusorias.
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