lunes, 25 de marzo de 2024

Mc 10,3-4

 Él les replicó: <<¿Qué os mandó a vosotros Moisés?>>. Contestaron: <<Moisés permitió redactar un acta de divorcio y repudiarla>>.

Jesús no se deja coger en la trampa que le tienden los fariseos ni entra en la controversia de las escuelas; pregunta a sus adversarios por el fundamento de su postura y lo hace utilizando el término <<mandar>> (<<¿Qué os mandó a vosotros Moisés?>>), que tiene que ver con <<mandamiento>>; sitúa así la cuestión en el ámbito de la voluntad divina.

Es históricamente manifiesto que los fariseos no existían en tiempo de Moisés, por lo que éste no pudo prescribirles nada; los preceptos divinos tenían como destinatario a todo el pueblo. Al restringir a los fariseos, los observantes de la Ley, el mandato de Moisés (<<a vosotros>>) muestra Jesús que, por el influjo que ejercen sobre el pueblo, los considera representantes de su modo de pensar (cf. 8,11 Lect.). Jesús, por su parte, no se incluye entre los destinatarios de la Ley de Moisés; no pregunta: <<¿Qué nos mandó Moisés a nosotros?>>, sino <<a vosotros>> los fariseos. Así se distancia de ellos y de la Ley misma.

En su respuesta, los fariseos no hablan de lo que mandó Moisés. En realidad no contestan a la pregunta de Jesús, sino a su propia pregunta anterior, si está permitido al hombre repudiar a su mujer, y aducen el permiso que dio Moisés para ello. No afirman el arbitrio incontrolado del hombre, pues era requisito, antes de repudiar a la mujer, redactar un documento que atestiguase el divorcio, con lo que la mujer quedaba libre para casarse de nuevo. Citan Dt 24,1, aunque en ese pasaje Moisés no prescribe la práctica del repudio, sino que la da por supuesta. De hecho, el mandamiento de Moisés que allí se recoge es la prohibición de que un hombre que ha repudiado a su mujer vuelva a casarse con ella después de un segundo repudio o si ella se queda viuda del segundo marido.

LA BIBLIA

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