Los dejó, se embarcó de nuevo y se marchó rumbo al otro lado.
Mc nota que sólo se embarca Jesús, dejando plantados a los fariseos. No menciona a los discípulos, quienes, sin embargo, van a aparecer con Jesús en la barca (v. 14). Insinúa el evangelista que ellos no han bajado a tierra con Jesús; ciertamente no han participado en su enfrentamiento con los fariseos.
El rechazo del judaísmo, cuyo exponente son los fariseos, al programa de apertura a la humanidad ha sido total y los fariseos han exigido a Jesús que rectifique y lo abandone. En lugar de eso, Jesús pone rumbo a territorio pagano. La expresión <<al otro lado>> (cf. 4,35; 5,1), que Mc utiliza en vez del lugar de destino (v. 22a: Betsaida), marca una oposición diametral: es el lugar opuesto a aquel donde domina la ideología farisea. Nueva ruptura con el mundo judío; dada su cerrazón, Jesús no tiene nada que hacer en esa sociedad. El diálogo con el judaísmo se demuestra imposible; la actividad, inútil.
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