domingo, 3 de marzo de 2024

Mc 8,15

 Jesús les estaba advirtiendo: <<Mirad: cuidado con la levadura de los fariseos y con la levadura de los herodianos>>.

Mientras los discípulos están preocupados por la falta de panes, Jesús les dirige la palabra. Su advertencia muestra claramente el sentido figurado del pan en esta perícopa, en continuidad con las anteriores.

Jesús no usa, sin embargo, el término <<pan>>, sino el de <<levadura>>, que puede equivaler a <<pan fermentado>>. En sentido metafórico, la noción de <<levadura>> aplicada a una realidad introducía ordinariamente en su concepto el rasgo de <<corrupción>>. Con eso, Jesús tacha de corrupta e inaceptable la ideología tanto de los fariseos como de los herodianos. De ahí la advertencia: el mensaje de Jesús es incompatible con el modo de pensar de esos grupos.

La ideología farisea ha quedado tipificada en el encuentro anterior con Jesús: son los que desean un rey-mesías dotado de un poder portentoso en favor de Israel y en contra de los paganos, garante de la Ley, dominador de otros pueblos en nombre de Dios. Se manifiesta en ella el deseo de poder so capa de religión.

La ideología de los herodianos (cf. 3,6) está indicada por su misma denominación: son los que, con tal de mantener su situación de poder, apoyan a un rey ilegítimo, a un déspota. Los herodianos han aparecido en la narración de la muerte de JUan Bautista, donde estaban representados por <<los notables de Galilea>> (6,21), los judíos principales cercanos al poder, los que se apoyan en él, aunque sea ilegítimo, para dominar al pueblo. Se alían con el déspota, por conveniencia político-económica; con la excusa de pretender el bien del pueblo colaboran con el poder absoluto y arbitrario, en el marco civil. Dejan al descubierto su propio deseo de poder, sin pretextos religiosos.

Los herodianos se habían aliado anteriormente con los fariseos en contra de Jesús (3,6); también ellos veían un peligro en la promoción del pueblo que éste procuraba. Ambos grupos estaban contra la libertad y desarrollo del ser humano, es decir, contra su personalización y madurez. Unos y otros desean, en cambio, el dominio, tomando por pretexto el plano religioso o el político.

La advertencia sobre la levadura de los herodianos es una acusación implícita de Jesús a los discípulos, que sin duda ellos rechazarían. Pero él les advierte así que, aunque se disfrace de muchas maneras, incluso bajo el pretexto religioso, el poder no es más que afán de dominio. Al mencionar a los herodianos quita Jesús el disfraz al deseo de los discípulos de un poder <<salvador>>. El poder dominador es siempre el mismo y siempre perverso, sólo varía la motivación que se aduce para hacerse con él o ejercerlo.

A los discípulos los mueve en el fondo una aspiración análoga a la de los fariseos y herodianos, un deseo de poder individual y nacional. De hecho, en narraciones sucesivas, de una forma u otra se irá manifestando en ellos la ambición.

Los presentes históricos que acumula Mc en esta perícopa (vv. 12.17.29.20.22a) insinúan la actualidad en su tiempo del problema reflejado en ella: dentro de la comunidad cristiana la actitud del grupo judaizante estaba caracterizada por su afán de dominio y por su pretensión de superioridad respecto a los seguidores de Jesús procedentes del paganismo. Se entrevé aquí, sin embargo, una problemática más amplia, la del camino para la salvación de la humanidad: según el grupo judaizante, pasaría por el ejercicio de un poder; según el grupo con el que se identifica el evangelista, por la solidaridad y la entrega. Para Mc, como para Jesús, el poder dominador es enemigo de la vida y de la plenitud humanas; desde él no hay, por tanto, salvación, sólo opresión y esclavitud, que impiden el desarrollo del hombre.

LA BIBLIA

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