domingo, 10 de marzo de 2024

Mc 8,35

 <<Porque el que quiera poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía y de la buena noticia, la pondrá a salvo>>.

Tampoco ahora invoca Jesús la autoridad divina para dar fuerza a su propuesta; aduce simplemente una serie de argumentos que prueban que la opción que ha presentado, aunque parezca dura, es sensata y responde a lo que es el hombre; Jesús confía en la racionalidad del ser humano y cree que éste debe actuar por convencimiento propio, no por imposición de una autoridad externa.

En el primer argumento hay que notar el doble concepto de <<salvación>>:

a) para el que no tiene más horizonte que el de esta vida, <<salvación>> significa el éxito en este mundo, procurando por todos los medios conservar la vida física;

b) para el que es fiel a Jesús y a su mensaje, <<salvación>> significa plenitud propia y ajena, sabiendo que la muerte no es el fin, sino el coronamiento del desarrollo humano.

Quien tiene como valor supremo la conservación de la vida física nunca será libre, pues el que pueda amenazar su vida le hará perder su dignidad y lo tendrá bajo su dominio; nunca se desarrollará como persona. En cambio, el que pierde el miedo al descrédito, a la persecución e incluso a la muerte será plenamente libre: podrá entregarse sin trabas a procurar el bien de la humanidad, realizando con ello su plenitud humana.

Según el planteamiento de Jesús, hay valores humanos que trascienden el de la vida física, que son propios del hombre, y que éste puede descubrir por sí mismo.

En todo caso, por muchos esfuerzos que haga el hombre por poner a salvo su vida, no podrá impedir la llegada de la muerte; por eso, quien pone todo su interés en evitarla acabará fracasando (<<la perderá>>). En cambio, quien acepta incluso perder la vida física por la causa de Jesús, tiene la seguridad de que seguirá viviendo, como ha predicho Jesús del Hijo del hombre: <<tiene que padecer mucho... sufriendo la muerte, y a los tres días resucitar>> (8,31). Jesús muestra así que su exigencia, aparentemente tan dura, es la única opción racional para el hombre, y la única que evita su ruina. Se prueba una vez más el carácter inclusivo de la denominación <<el Hijo del hombre>> y se confirma el propósito de la enseñanza de Jesús.

La frase: <<quien quiera poner a salvo su vida>> o bien <<ponerse a salvo>>, expresa la actitud egoísta del que hace del propio interés el valor supremo. A esa actitud se oponen las dos condiciones del seguimiento, que implican la renuncia a las ambiciones y un don de sí mismo que puede llegar hasta la entrega final.

El dicho de Jesús expone el motivo que lleva al hombre a una entrega de esta calidad: la adhesión a él (<<por causa mía>>), que va realizando la plenitud del ser, y el anuncio del mensaje (<<y de la buena noticia>>), expresión del amor universal, que busca la promoción y la plenitud de todos. Se ve así que la decisión de <<renegar de sí mismo>> no queda en lo negativo, sino que es requisito para seguir el camino de Jesús y para la práctica de una actividad como la suya.

La mención de la buena noticia enlaza este pasaje con la proclamación inicial de Jesús (1,15), que anunciaba la cercanía del reinado de Dios y exhortaba a la enmienda y a la fe en esa buena noticia. Una proclamación semejante será la que lleve al seguidor a ser perseguido y condenado. Pero no se trata de una proclamación de meras palabras, sino demostrada con la realidad del reinado de Dios en la vida de los seguidores, fruto de su renuncia y entrega.

LA BIBLIA

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