domingo, 10 de marzo de 2024

Mc 8,36-37

 <<Pues, ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero y malograr su vida? Y ¿qué podría uno pagar para recobrar su vida?>>

Ilustra Jesús la primera condición del seguimiento. Pone como hipótesis lo que para muchos sería el éxito total de la ambición humana: <<ganar el mundo entero>>, es decir, alcanzar el máximo de riqueza, posición social y dominio. Pero ese éxito llevaría consigo un terrible fracaso: el <<tener>> no desarrolla ni realiza al hombre, cuya verdadera riqueza es su <<ser>>. Un individuo así vive en un espejismo: busca lo que considera más excelente y eso lo va destruyendo. Lo que gana, la gloria y el poder del mundo, es exterior a él; lo que pierde, en cambio, es su propio ser. Llegar a tenerlo todo a costa de la propia realización (<<y malograr su vida>>) sería un fracaso irreversible (<<¿Qué podría pagar?>>). La riqueza que había acumulado es incapaz de comprarle un nuevo comienzo; el poder de que disponía es impotente para devolverle la vida.

Las palabras de Jesús no son una amenaza; subrayan la importancia y la urgencia de hacer la opción correcta, de emprender el camino que él mismo recorre y propone a los hombres. No anuncia un castigo de Dios ni suyo: es el hombre mismo el que por sus malas opciones puede destruir su vida y su persona.

Este dicho de Jesús está claramente relacionado con la primera condición del seguimiento (v. 34: <<reniegue de sí mismo>>). De hecho, la expresión <<ganar el mundo entero>> compendia los intereses y ambiciones egoístas de los que el hombre ha de negar para poder seguir a Jesús.

LA BIBLIA

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