Él les repuso: <<¡De modo que Elías viene primero y lo restaura todo! Entonces, ¿cómo está escrito que el Hijo del hombre va a padecer mucho y a ser despreciado?>>
Jesús contesta a la duda: menciona en primer lugar la doctrina de los letrados, basada en Mal 3,23, explicitando el papel de Elías, pero muestra a continuación que esta creencia se opone a otros textos de la Escritura. Se enfrentan dos interpretaciones contrapuestas: los letrados se basan en la Escritura, Jesús también (<<está escrito>>). Como ha aparecido en la escena anterior con Moisés y Elías, él determina el valor de los diferentes libros o pasajes del AT.
Jesús niega que Elías vaya a restaurar a Israel, y la prueba es que el Mesías-Hijo del hombre, cuyo prototipo es Jesús, va a padecer mucho (alusión clara a 8,31) y a ser despreciado (Sal 89/88,39: del rey Mesías) por parte de las autoridades judías. No mencionan la muerte del Hijo del hombre, sólo el padecimiento y el rechazo, completando lo implicado en la prohibición anterior (v. 9). Basta esto para refutar a los letrados: no habrá triunfo, sino desprecio. Al mismo tiempo, anunciando otra vez el destino del Hijo del hombre, Jesús invalida la expectación mesiánica que albergan los discípulos.
Al utilizar de nuevo la denominación <<el Hijo del hombre>> recuerda Jesús a los discípulos que todo el que aspire a la plenitud humana y se proponga fomentarla en otros será objeto de persecución por parte de los poderes religiosos judíos; que el destino que ellos tienen que esperarse no será diferente del suyo. Han de descartar toda expectativa de triunfo terreno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario