Jesús le replicó: <<¡Ese <<si puedes>>! Todo es posible para el que tiene fe>>. Inmediatamente el padre del chiquillo dijo gritando: <<¡Tengo fe, ayúdame en la que me falta!>>
Jesús reprocha al padre su falta de confianza (<<Ese <<si puedes>>!>>); la fe del hombre abre la puerta a la acción de Dios: si hay fe, todo es posible. En este contexto, <<tener fe>> es confiar en el amor y el poder liberador de Jesús, adhiriéndose a su persona y a su mensaje. Jesús pone de relieve que la eficacia de su acción no conoce límite, pero que depende del hombre el que su poder tenga efecto. Enuncia esto como un principio, más allá del caso particular en que se encuentra.
Implícitamente, Jesús reprocha la actitud de sus discípulos: si no han sido capaces de expulsar el espíritu es porque no tienen plena fe ni confían en él. Dan la adhesión a su persona, pero no aceptan su mensaje; no lo toman por norma de vida, que sería el modo de demostrar la plena adhesión.
Nueva petición del padre (<<Tengo fe; ayúdame en la que me falta>); el grito indica la angustia y la urgencia que siente: tiene confianza en Jesús, pero reconoce que ésta es insuficiente. No puede llegar él solo a la fe plena, necesita la ayuda de Jesús.
Se aplica por única vez al hijo el apelativo <<chiquillo>> (paidion), usado antes con la hija de Jairo (5,39.40.41) y la de la sirofenicia (7,30), que, como en aquellos casos, delata su inmadurez. Es sorprendente esta denominación, cuando antes el padre ha declarado que su hijo sufría el mal desde la infancia (gr. ek paidiothen). El texto insinúa de este modo que la larga historia de opresión del pueblo no le ha permitido madurar.
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