martes, 12 de marzo de 2024

Mc 9,3

 ... y se transfiguró ante ellos: sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero en la tierra es capaz de blanquear.

Jesús cambia de aspecto (<<se transfiguró>>). Mc describe esa transformación señalando la blancura resplandeciente de sus vestiduras. Éstas son expresión de la persona y equivalen a la humanidad de Jesús; al mismo tiempo, la designan colocándolas en una categoría: el blanco deslumbrador simboliza la gloria divina. Se manifiesta, por tanto, la condición divina de Jesús, el que ha dado su vida por los hombres. La manifestación eclipsa y borra el aspecto de fracaso propio de la muerte.

Recalca Mc el origen no terrestre de este esplendor. De hecho, la mención del batanero sirve para explicitar que la blancura extraordinaria, la gloria que se muestrea en Jesús no es mero fruto del esfuerzo humano, sino efecto de la acción divina en respuesta a su compromiso en favor de la humanidad.

El texto griego explicita el adverbio <<así>> (<<no es capaz de blanquear así)>>, cuyo significado está incluido en el <<como>> inicial. Es decir, por su compromiso y su entrega, el hombre puede llegar a cierta semejanza con Dios, pero la plena condición divina se debe a la respuesta de Dios a ese acto.

La transfiguración, en relación con la resurrección y, en consecuencia, con la muerte del Hijo del hombre, expresa el triunfo de la vida sobre la muerte; manifiesta al mismo tiempo la calidad de esa vida, que alcanza la plenitud de la condición divina.

Si los discípulos interpretan bien lo que están viendo, perderán el miedo a la muerte, con lo que serán plenamente libres, y, si fuera necesario, estarían dispuestos a entregar su vida (8,34.35), sabiendo que esa entrega desemboca en la condición divina del hombre, es decir, en su salvación definitiva. Se muestra aquí el pleno alcance de lo que Jesús había afirmado: <<El que pierde su vida por causa mía y de la buena noticia la pondrá a salvo>> (8,35).

LA BIBLIA

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