Entonces se sentó llamó a los Doce y les dijo: <<Si uno quiere ser primero, ha de ser el último de todos y servidor de todos>>.
Sin encontrar respuesta a su pregunta, Jesús se sienta, porque esta casa, figura de su comunidad, es su morada estable. En lugar de la denominación <<los discípulos>> aparece aquí la de <<los Doce>>, que engloba a todos los israelitas que han dado la adhesión a Jesús, caracterizándolos como el Israel mesiánico.
Si estando en la misma casa Jesús tiene que <<llamar>> a los Doce, es porque se encuentran distanciados de él. Obviamente, no se trata de un distanciamiento físico, sino figurado que representa la resistencia de los Doce a aceptar el destino del Hijo del hombre (9,30-33a). Jesús había constituido el grupo en primer lugar para que <<estuviesen con él>> (3,14), pero de hecho no lo están, y Jesús lo sabe. Ahora va a recordarles lo que eso significa; la llamada es una invitación a que se acerquen a él, es decir, a que cambien de actitud, y la intensidad de voz que implica el verbo <<llamar>> muestra el interés de Jesús por ser escuchado. Sin embargo, el evangelista no señala que los Doce se acerquen a Jesús después de ser llamados. Según el proyecto de Jesús, el Israel mesiánico debería ser un nuevo principio, pero de hecho mantiene las categorías del antiguo pueblo.
Ante el silencio de los Doce, que se niegan a dialogar con él, se esperaría una reacción severa de Jesús, incluso que los pusiera ante la alternativa de aceptar su programa o dejar su compañía. Pero Jesús, aunque es consciente del modo de pensar de los Doce y de su obstinación, no los rechaza ni los increpa; por el contrario, les da de nuevo la oportunidad de que reflexionen y le den una verdadera adhesión. Es una nueva muestra de su amor al Israel que ha llamado (3,13: <<a los que él quería>>). Mc utiliza el presente histórico (<<y les dice>>) para introducir esta advertencia de Jesús; con este recurso insinúa, como de ordinario, la actualidad en su tiempo del problema con el que Jesús se enfrenta.
Ante todo, Jesús advierte a los Doce que han de renunciar a toda pretensión de preeminencia; no admite que alguno pretenda un rango más elevado (<<el más grande>>). Va a enseñarles cuál es la verdadera grandeza y usa para ello la oposición: <<ser primero>> - <<ser último de todos y servidor de todos>>. Los Doce ambicionan el puesto más elevado, cada uno quiere estar por encima de los demás. Jesús se sitúa en otra perspectiva, la de la cercanía a él (<<primero>>), y afirma que el puesto de <<primero>> en la comunidad no está reservado a un individuo o a un grupo, sino que lo ocupa todo aquel que, respecto a todos los demás, se haga último y servidor. El término <<primero>> no denota así superioridad respecto a los otros, sino la cercanía a Jesús por la identificación con sus actitudes.
De este modo Jesús sale al paso de la ambición demostrada por los discípulos. No admite el deseo de rango, pero sí la aspiración a estar cercano a él. Quiere que todos sean <<primeros>> y, la única primacía se basa en el amor demostrado en el servicio humilde. Los discípulos/los Doce discutían de puestos en la escala social, de jerarquía; Jesús propone como ideal <<hacerse último de todos>>, ponerse al nivel del que no ostenta rango alguno, del más insignificante socialmente con esta figura designa al que no está movido por ninguna ambición de preeminencia y prestigio.
En la frase griega, el énfasis recae sobre <<todos>> que se encuentra en posición inicial (pantôn... pantôn...), subrayando la actitud y la disposición al servicio que debe tener cada uno. Hay que notar que el término <<todos>> no se refiere aquí a la humanidad en general, sino a los miembros de la comunidad, pues la discusión mantenida entre los discípulos se refería a quién era el más grande dentro del grupo mismo y Jesús está corrigiendo esa ambición.
Quien se hace <<último de todos y servidor de todos>> tiene la misma actitud de Jesús, <<está con él>>; se coloca a la cabeza de los demás (<<primero>>) y sigue a Jesús más de cerca. Por otra parte, esta doble exigencia no hace más que reformular la primera condición del seguimiento que él había propuesto juntamente a los discípulos y a la multitud (8,34). Esto aparece, en primer lugar, por la idéntica fórmula introductoria (<<Si uno quiere>>), que sólo se encuentra en Mc en estos dos pasajes. En segundo lugar, porque <<hacerse último y servidor>> equivale a <<renegar de sí mismo>>, condición que pedía la renuncia a toda ambición egoísta. Este dicho da pie a la escena siguiente.
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