Y cogiendo al chiquillo, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo...
Dentro de la casa donde están Jesús y los Doce, aparece otro personaje, <<el chiquillo>>, término que, al ir determinado por el artículo, ha de tener un significado especial. De hecho, el término griego paidion, sirve para designar tanto a un simple chiquillo como a un criadito. En este pasaje, dada la determinación, tiene el segundo sentido: representa al pequeño sirviente de la casa. De hecho, Mc no habla de <<chiquillos>> en general, sino de cierta clase de ellos, indicada en el vers. siguiente con la expresión <<uno de estos/tales chiquillos>> (v. 37). Esta <<clase de chiquillos>> posee, por tanto, alguna característica además de la corta edad y, dado que el texto no añade ningún otro rasgo fuera del significado del término mismo, la determinación <<uno de estos chiquillos>> ha de referirse a una característica incluida en ese significado, es decir, la de <<sirviente>> o <<servidor>>.
Jesús, sentado como está, coge al chiquillo. No necesita llamarlo como ha hecho con los Doce, ni tiene que moverse para alcanzarlo; el chiquillo está, por tanto, a su lado, <<está con él>>. Ahora bien, si la distancia de los Doce era figura de su diferencia de actitud con Jesús, la inmediatez del chiquillo significa, por el contrario, su idéntica actitud.
La figura del <<chiquillo/criadito>> cubre, por tanto, los dos aspectos anunciados antes por Jesús: por su edad es un niño, uno que no cuenta en la sociedad; es <<último de todos>>; por su tarea es <<servidor de todos>>. Su actitud igual a la de Jesús (<<último y servidor>>) muestra que la denominación <<el chiquillo>> es un modo de designar a los que siguen de cerca a Jesús, por haber <<renegado de sí mismos>> (8,34). Su presencia en la casa-comunidad, sin pertenecer al grupo de los Doce, indica que representa al otro grupo de seguidores, los que no proceden del judaísmo. En el chiquillo, Jesús va a ejemplificar el principio que acaba de enunciar.
El hecho de que Jesús haya propuesto de nuevo la primera condición del seguimiento (v. 35) indica que la presencia de los Doce y del <<chiquillo/criadito>> en la comunidad está en paralelo con la de los discípulos y <<la multitud>> en 8,34. El <<criadito>> es modelo de seguimiento, mientras los Doce, aferrados a las categorías del judaísmo, no se deciden a seguir a Jesús. Los Doce representan al Israel mesiánico, que perpetúa, por tanto, la concepción jerárquica del antiguo Israel y no entienden su vocación de servicio.
Al <<chiquillo/criadito>> que tiene su misma actitud, Jesús lo coloca en medio, en el centro, como punto de referencia (cf. 3,3); al que es <<servidor de todos>> lo pone así de ejemplo para el grupo de los Doce, que han discutido sobre <<quién era el más grande>>. Abraza al <<chiquillo>>, gesto de cariño e identificación; Jesús se identifica con el que es último y servidor; el gesto corresponde a la relación anunciada por Jesús para con todo el que realiza el designio de Dios: <<ése es hermano mío y hermana y madre>> (3,35 Lect.). La identidad de actitud con Jesús crea la nueva consanguinidad y la nueva familia.
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