Pero Jesús le replicó: <<No se lo impidáis, pues nadie que actúa con fuerza como si fuera yo mismo puede al momento maldecir de mí.
Jesús reprueba el intento de impedir esa actividad (<<No se lo impidáis>>). La fórmula <<actuar con fuerza>> (lit.: <<realizar una fuerza, un acto de fuerza>>) se ha dicho solamente de Jesús, en el episodio de la sinagoga <<de su tierra>> (6,5; <<[Jesús] no pudo allí actuar con fuerza>>); aquí, dicho de este individuo, aparece como equivalente de expulsar demonios. Ahora bien, la <<fuerza>> con que se actúa manifiesta la <<autoridad>> que se posee, comunicada por Jesús (cf. 3,15) y ésta dimana de la presencia del Espíritu, recibido de él (cf. 1,8). Quien libera a otros, afirmando su conexión con Jesús, posee una autoridad como la que Jesús mismo se proponía comunicar a los Doce para expulsar a los demonios (3,14-15).
Jesús no repite la expresión empleada por Juan <<invocando tu nombre>>, elige otra, <<como si fuera yo>>, que profundiza el concepto expresado por el discípulo. De hecho, la primera expresión denota la invocación del nombre/persona y es propia del que ora o suplica; en cambio, la expresión <<hacer algo como si fuera él>>) implica la representación. Jesús puntualiza que la expulsión de demonios realizada por ese individuo no acaece por la mera invocación de su nombre: ese hombre posee la autoridad del Espíritu y actúa como lo haría él mismo.
El uso de la expresión <<como si fuera yo>> pone en conexión la figura del individuo anónimo con la del <<chiquillo>> de la perícopa anterior (9,37: <<como si fuera a mí>>), mostrando que también el sujeto de la actividad liberadora representa a los seguidores de Jesús no procedentes del judaísmo. <<El chiquillo>> los representaba en cuanto su actitud de humildad y servicio lo identificaba con Jesús; el individuo anónimo los representa en su actividad liberadora, igual a la de Jesús.
El que hace obras como las de Jesús tiene una verdadera adhesión a él, pues la fe/adhesión es la condición para actuar de ese modo (9,23: <<todo es posible para el que tiene fe>>). La fe/adhesión va siendo confirmada por las obras que permite realizar, de modo que adquiere arraigo y permanencia; no puede haber una defección inmediata. <<Maldecir de alguien>> significa aborrecerlo: el que tiene esa adhesión a Jesús no es fácil que pase de seguidor a adversario.
El dicho de Jesús tiene alcance universal: <<nadie que>>; se refiere a todo el que sea seguidor suyo, aunque no pertenezca al nuevo Israel. Jesús rompe así el exclusivismo de los Doce. Si ese individuo actúa con fuerza es porque está con él, aunque no forme parte de ese grupo. Es decir, los seguidores que no proceden del judaísmo no tienen por qué adoptar las categorías judías que los Doce mantienen a pesar de la enseñanza y las advertencias de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario