Y de pronto, al mirar alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
Se verifica un cambio repentino: se vuelve a la situación anterior a la experiencia. <<Mirar alrededor>> incluye el ámbito en que antes aparecían los tres personajes. Se encuentra por primera vez en la perícopa el verbo <<ver>> (vieron); antes se ha dicho <<se transfiguró ante ellos>> (v. 2), <<se les apareció Elías con Moisés>> (v.4), ahora vuelve el punto de vista de los discípulos. <<No vieron a nadie>> alude a Moisés y Elías; ven únicamente <<a Jesús>>, que está solo, independiente del pasado. Se constata que ha terminado la visión.
Jesús está <<con ellos>>, como siempre lo había estado: la gloria manifestada no separa a Jesús de los suyos. Contra la propuesta de Pedro, Elías y Moisés han desaparecido, no tienen ya misión en la historia, sólo permanece Jesús, y a ese Jesús de siempre es al que hay que escuchar; es él el único maestro y profeta.
El peligro que temían los discípulos ha desaparecido, sin que les suceda nada. Jesús está con ellos como antes y ni siquiera les reprocha su actitud. Pero, pasado el terror, no reaccionan; aunque es evidente que la interpretación que lo provocó estaba equivocada, no hacen comentario alguno. La revelación divina misma no ha hecho vacilar sus convicciones. Se esperaría al menos de ellos unas palabras de rectificación, reconocimiento u homenaje, pero el evangelista no la inserta.
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