martes, 2 de abril de 2024

Mc 10,36-37

 Pero él les preguntó: <<¿Qué queréis que haga por vosotros?>>. Le contestaron ellos: <<Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda el día de tu gloria>>.

Jesús no accede sin más a la petición, sino que les pregunta por el contenido de ésta (¿Qué queréis que haga por vosotros?).

La respuesta de los Zebedeos delata sus aspiraciones (Concédenos que nos sentemos...). A pesar de la detallada predicción de Jesús sobre el trágico destino que le aguarda (10,33-34), los dos hermanos siguen pensando en el triunfo terreno. Esperan que Jesús, al llega a Jerusalén, ocupe el trono de Israel (el día de tu gloria), y ambos, sin darse por enterados del anuncio anterior y adelantándose al resto del grupo, solicitan para ellos los primeros puestos (a tu derecha y a tu izquierda) en el reino que imaginan. Quieren ser "primeros", pero sin hacerse últimos (cf. 9,35; 10,31).

Utilizan en su petición el verbo "sentarse", con el que expresan el deseo de llegar a un estado definitivo (sentarnos), pero sin mencionar esfuerzo ni actividad. Pretenden alcanzar la meta, sin preguntarse por los medios para llegar a ella. No se ofrecen a Jesús para secundar su obra; piensan solamente en la gloria del éxito, que dan por descontado. El triunfo que aguardan se realizará sin obstáculos, al menos, no los prevén.

Para designar el triunfo final de Jesús, emplean la expresión el día de tu gloria. El término gloria (gr. doxa) aparece en Mc tres veces: en 8,38, donde se dice que la llegada del Hijo del hombre se realizará "con la gloria de su Padre"; en este pasaje, donde los Zebedeos hablan de la gloria de Jesús (tu gloria), y en 13,26, donde la gloria aparece como atributo del Hijo del hombre en su llegada ("con gran potencia y gloria").

En boca de Jesús, "la gloria" significa la posesión de la realiza divina (8,38 Lect.); en boca de los Zebedeos, de la realeza humana. Ellos la identifican con la entronización regia de Jesús a su llegada a Jerusalén.

LA BIBLIA

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