<<Ni siquiera habéis leído el pasaje aquel: "La piedra que desecharon los constructores se ha convertido en piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho: ¡Qué maravilla para los que lo vemos!"?>>.
Jesús usa el sarcasmo para demostrar a sus interlocutores (los componentes del Sanedrín) que leen selectivamente la Escritura y que no consideran los textos que contradicen su propósito dominador y su ideal triunfalista. Leen la Escritura no para aprender de ella, sino para afianzar sus posiciones.
Confirma Jesús lo expuesto en la parábola con la cita del Sal 118,22, que utiliza la metáfora de la construcción: los dirigentes judíos pretenden construir su edificio/institución prescindiendo de la piedra angular (Jesús, el Mesías) que Dios había designado. La piedra que desecharon corresponde al lo arrojaron fuera de la parábola (v. 8). Los constructores están en paralelo con "los labradores", pero la metáfora cambia; aquí se trata del edificio que han erigido sin apoyarse en la piedra que Dios tenía destinada a ser piedra angular. La expresión destaca, pues, la función y la responsabilidad de los dirigentes, que son los encargados de ir "edificando" al pueblo sobre las bases puestas por Dios.
Al AT estaba orientado hacia el cumplimiento de la promesa del Mesías. Pero, a lo largo de la historia, Israel ha ido rechazando a los enviados de Dios que tenían por cometido prepararlo para la época mesiánica. Por eso, cuando llega el Mesías, es completamente rechazado por aquellos que, en teoría, tenían que estar preparados para acogerlo. La culpa de esto loa tienen los dirigentes, que han ido creando en Israel una estructura social y religiosa contraria al plan de Dios. La construcción que han levantado no es válida, por haber prescindido de la piedra elegida por Dios. Pero él se formará un nuevo pueblo (v. 9), edificado sobre Jesús (la piedra angular), que abarcará, en principio, a la humanidad entera.
El cambio de alianza y la constitución del nuevo pueblo, incluyendo la desaparición de las antiguas instituciones, es voluntad de Dios mismo (Es el Señor quien lo ha hecho). No se hace por designio humano, sino que es obra del Señor y aparece como una maravilla para los que lo contemplan (¡Qué maravilla para los que lo vemos!). Es la nueva demostración de la fidelidad de Dios. Para los que lo vemos indica la experiencia de los que pertenecen a la nueva comunidad universal.
El uso del término "Señor" (gr. Kyrios) pone en relación estos versículos con la parábola anterior (v. 9). De hecho, éstos anuncian el desenlace previsto por Dios: la muerte del Hijo no significará el fin de su misión; tras su resurrección, él va a ser el eje del nuevo proyecto universal, en el que podrán integrarse los judíos. La infidelidad del hombre no limita la generosidad de Dios. El rechazo dará pie a una nueva muestra de su amor: la resurrección de Jesús y la formación de la nueva comunidad universal. Ésta es la gran maravilla. El reinado de Dios va a realizarse a pesar de la oposición de Israel.
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