Reaccionando Jesús, preguntó mientras enseñaba en el templo: <<¿Cómo dicen los letrados que el Mesías es hijo de David?>>
Después de las controversias y preguntas, Jesús reanuda su enseñanza. Como el día anterior (cf. 11,17), su enseñanza se dirige, dentro del templo, a la gente en general. No se ve la razón de que Mc repita que la enseñanza de Jesús tiene lugar en el templo, si no ha salido de allí (cf. 11,27b). Sin embargo, teniendo en cuenta el apelativo "Señor" que va a aplicarse al Mesías (vv. 36-37), puede haber aquí una alusión a Mal 3,1: "De pronto entrará en su templo el Señor que buscáis".
La frase inicial: Reaccionando Jesús, pone a esta perícopa en inmediata conexión con la anterior. De hecho, Mc afirma que la pregunta de Jesús es una reacción, y la mención en ella de los letrados lleva a pensar en el letrado que acaba de plantearle la cuestión sobre el mandamiento principal (12,28).
Antes Jesús había alabado la inteligente respuesta del aquel letrado (12,34a). Pero este hombre no reaccionó a las palabras de Jesús de que no estaba lejos del reinado de Dios (12,34b), que contenían una invitación implícita a darle la adhesión. Lo reconoció por Maestro (12,32), pero no por Mesías. Ahora Jesús, ante el pueblo, va a señalar el obstáculo que impide a los letrados ese reconocimiento: precisamente la idea que ellos tienen del Mesías. Y, como los letrados, por su función docente, gozan de tanta influencia en el pueblo, impiden la adhesión de éste a Jesús.
La cuestión del mesianismo de Jesús estaba pendiente desde la entrada en Jerusalén y la aclamación mesiánica de la multitud (11,9s). Ahora Jesús la aborda, y lo hace poniendo públicamente en duda la validez de la doctrina que los letrados enseñan al pueblo sobre el Mesías, al que llaman "hijo de David".
En la pregunta de Jesús, la expresión "hijo de David" no lleva artículo (no dice: "el Hijo de David"), es decir, no la usa como título mesiánico, sino como denominación de origen; Jesús quiere sólo saber con qué fundamento enseñan los letrados que el Mesías tiene por padre a David. La formulación interrogativa (¿Cómo dicen los letrados...) suscita la duda sobre la legitimidad de esa enseñanza.
Aunque la expresión "hijo de David" no aparece en el AT, muchos de los textos que hablaban de la dinastía davídica se habían aplicado al Mesías (2 Sam 7,16 "Tu casa y tu reinado durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre"; Is 11,1: "Retoñará el tocón de Jesé, de su cepa brotará un vástago"; cf. Is 9,6; Ez 34,24; Sal 2,6; 89,29ss.36-38, etc.). Las promesas hechas a David sobre su descendencia incluían la sucesión en el trono: ser "hijo de David" implicaba también ser su sucesor o heredero.
Pero hay más. En las lenguas semíticas, "hijo de" no significa solamente ser descendiente de alguien, sino, sobre todo, tener por modelo al padre y comportarse como él, con sus mismos criterios y sus mismas líneas de conducta. El que no actúa así, aunque sea descendiente, no puede llamarse "hijo". De este modo, el apelativo "hijo de" tiene más carga de "semejante a" que de "engendrado por".
Sobre los textos citados y sobre este significado de "hijo" se basaba la doctrina de un Mesías concebido como un segundo David, como un rey guerrero y victorioso, que restauraría la gloria de Israel como nación, liberando con la fuerza al pueblo del dominio extranjero. Su venida estaría precedida por la de Elías, que había de poner todo en orden antes de la manifestación del Mesías (9,11-13 Lect.).
La gente había aclamado a Jesús a las puertas de Jerusalén, viendo en él a ese Mesías objeto de la expectación judía e identificando su llegada con la del "reinado de nuestro padre David" (11,9-10). Tal había sido también la invocación del ciego, figura de los discípulos, a la salida de Jericó (10,47: "Hijo de David, Jesús"; cf. 10,48 Lect.). Ésta fue además la idea mesiánica de Pedro, rechazada por Jesús como "la de los hombres", en contraposición a "la de Dios" (8,33 Lect.).
Jesús no niega que el Mesías sea descendiente de David; pero no es eso lo que cuenta; lo importante es si va a seguir el modelo de David. Esa es la doctrina que enseñan los letrados y que Jesús va a desautorizar.
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