Llegó una viuda pobre y echó dos leptos, esto es, un cuadrante.
A la gente y a los ricos se contrapone la figura de una mujer sin relieve social, caracterizada como un miembro débil e indefenso de la sociedad (viuda, cf. 12,40) y carente de recursos económicos (pobre). Esta mujer no ha ido mezclada con la multitud del templo, llega ahora para ofrecer su donativo. No ha escuchado, por tanto, la enseñanza de Jesús en el recinto sacro. Su oferta es insignificante (dos leptos); más que una contribución al sostenimiento del templo, manifiesta, como a continuación va aponer de relieve Jesús (vv. 43-44), su amor incondicional a Dios y su total confianza en él.
Para subrayar el poquísimo valor monetario del donativo de la viuda, el evangelista da una equivalencia aproximada del mismo en moneda romana (esto es, un cuadrante), que circulaba por todo el imperio.
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