<<pues a todas las naciones tiene que proclamarse primero la buena noticia>>.
El ámbito de la proclamación está determinado por la expresión a todas las naciones. Nótese el paralelo entre el campo de difusión de la buena noticia y la vocación del antiguo templo: "ser casa de oración para todas las naciones" (11,17). El antiguo programa universalista de Israel queda restaurado por Jesús, pero de modo activo, como estaba implícito en la llamada de los primeros discípulos (1,16-21a) y en la convocación de los Doce (3,14s).
El objetivo es difundir la buena noticia entre las naciones paganas, que se encuentran en una situación de opresión (cf. 10,42). La universalidad de los destinatarios del mensaje explica la frase final de 12,9: "y dará la viña a otros". Los pueblos paganos serán los herederos del reinado de Dios después de la ruina de la nación judía.
El agente de la proclamación queda indeterminado, no se concreta en los discípulos; es decir, rebasa ese grupo. Mc señala de nuevo la existencia de otros seguidores que no proceden del judaísmo. Los discípulos aparecen como agentes parciales de la misión universal.
La proclamación de la buena noticia no se basa en un mero proyecto humano; está calificada como "necesaria" (tiene que). Como se ha visto (13,7 Lect.), la necesidad puede ser antecedente, sí pertenece al plan de Dios, o consecuente, si se deriva inevitablemente de la respuesta de los hombres a ese plan. En este caso es antecedente, pues la proclamación hecha por los seguidores continúa la misión que Jesús recibió de Dios.
El programa de proclamación marca un plazo: así lo indica el adverbio primero, que remite al "fin" mencionado en 13,7b. La proclamación al mundo entero (14,9) es condición para que llegue "el fin". El designio de Dios (tiene que), la maduración y salvación de la humanidad, se irá realizando mediante el anuncio de la buena noticia a todas las naciones. Esta tarea llena así el tiempo intermedio entre la destrucción de Jerusalén ("el principio de los dolores") y el estado definitivo ("el fin"). Éste no tiene fecha fija; llegará cuando toda la humanidad se haya enfrentado con el mensaje de Jesús y haya hecho su opción ante él.
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