domingo, 2 de junio de 2024

Mc 13,9b

 <<Os entregarán a consejos judíos y os apalearán en sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por causa mía, como prueba contra ellos>>.

Jesús expone inmediatamente la situación difícil en que pueden encontrarse: en el futuro van a ser entregados a diversos tribunales. Se abre el tema de la persecución.

Para cuando llegue el momento, Jesús no recomienda resistencia alguna: los discípulos deben aceptar la acción hostil de sus enemigos. No se trata de mera pasividad; hay una aceptación de la entrega, que supone una disposición interior. El tema fue expresado en la segunda condición del seguimiento: (8,34: "el que quiera venir detrás de mí... cague con su cruz").

La entrega de los discípulos, en paralelo con la de Jesús (9,31; 10,33), se hace usando la violencia, es un acto de poder. Representa la reacción de elementos del pueblo contra la actividad de ellos. La entrega a ciertas instancias oficiales de poder (consejos, sinagogas) y la comparecencia ante otras (gobernadores, reyes) muestran que la conducta popular encuentra apoyo en el poder institucional. Es el poder, a cualquier nivel, el que se demuestra enemigo de los discípulos.

La hostilidad puede llegar hasta darles muerte: "el que pierde su vida por causa mía y de la buena noticia" (8,35). El evangelio, por ser noticia, connota necesariamente la proclamación: ésta es precisamente la misión de todos los seguidores de Jesús. Ahora bien, los enemigos no toleran la actividad de los discípulos, porque su universo de valores es contrario al que proclama la buena noticia. Para los que detentan el poder o para sus partidarios aparecerá como una amenaza o un peligro. Es decir, la noticia resulta "mala" para los que consideran el poder un valor que hay que obtener y/o conservar; en cambio, será "buena" para los que sufren la opresión por parte de los poderosos.

De las instancias ante las que van a comparecer los discípulos, dos (consejos, sinagogas) pertenecen a la cultura judía; las otras dos (gobernadores, reyes), a la cultura pagana. Existe una diferencia entre el primer par de términos y el segundo. Las instancias judías tienen carácter corporativo (en gr., prefijo syn-), son de alguna manera órganos representativos del pueblo judío. En cambio, los dos términos del segundo par denotan poderes individuales; no representan a los pueblos que dominan.

La entrega (Os entregarán) se hace a una instancia judía con carácter de tribunal; esto indica que los sujetos que entregan a los discípulos pertenecen también a ese pueblo. Los discípulos tendrán, pues, como principales enemigos a los de su misma raza. Esto supone por parte de ellos una ruptura con la institución judía, como la hecha por Jesús y con sus mismas consecuencias (cf. 3,6-7a; 11,17ss); también con los ideales nacionalistas, como lo manifiesta la misión con los paganos. Por esa ruptura van a ser considerados enemigos.

El ser apaleado en las sinagogas aparece como la ejecución de la sentencia dictada en el consejo o tribunal local. En paralelo con lo sucedido con Jesús (6,1b-6), también los discípulos encontrarán en las sinagogas la expresión del rechazo absoluto a su mensaje.

El refrendo dado por "las sinagogas" a la sentencia de sus "consejos" muestra que la hostilidad de las organizaciones oficiales es compartida por la base popular judía. El texto sugiere la dificultad que encontraba la proclamación del mensaje de Jesús en los ambientes judíos, tanto de Palestina como de la diáspora.

La pena impuesta a los discípulos por los consejos judíos (os apalearán), coincide con el trato dado en la parábola por los viñadores, figura de los dirigentes y nación judíos, a algunos de los siervos, figura de los profetas, enviados por el dueño de la viña (12,3-5). Ante Israel, los discípulos desempeñan, pues, el mismo papel de enviados; su misión es igualmente divina y la infidelidad de aquel pueblo persiste.

La mención de los tribunales paganos (gobernadores y reyes) indica que los consejos y sinagogas pertenecen a comunidades judías de la diáspora. Es decir, los discípulos están ejerciendo la misión entre los paganos y ésta provoca hostilidad de los grupos judíos residentes en el extranjero.

El paso sucesivo será la comparecencia ante las autoridades paganas. Se describe, pues, en este pasaje, un proceso escalonado parecido al descrito en la pasión de Jesús (cf. 14,53; 15,1).

El motivo de la persecución, tanto para judíos como para paganos, es la adhesión de los discípulos a la persona de Jesús e, inseparablemente, a su programa de liberación y desarrollo humano, que los poderes no toleran (cf. 8,35). Pero al entregar y juzgar a los que trabajan en favor del ser humano, los poderes muestran su índole de enemigos del hombre; la prueba es la persecución misma que ejercen (como prueba contra ellos). Se produce así una inversión del juicio: los jueces se convierten en acusados. El juicio de los opresores se va haciendo en la historia. Son ellos mismos los que dictan su propia sentencia, al dictarla contra los que tienen por misión servir a la humanidad.

LA BIBLIA

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