domingo, 9 de junio de 2024

Mc 13,20

 <<Y si el Señor no hubiese acortado esos días, no sobreviviría ningún mortal, pero por los elegidos que él eligió ha acortado esos días>>.

Habla Jesús de una acción divina futura cuya decisión está ya tomada (si el Señor no hubiese acortado); el Señor designa a Yahvé; los elegidos son los israelitas fieles a la alianza. En la frase: no sobreviviría ningún mortal, se trata de la vida física, escapando de la calamidad y se refiere a todos los que están bajo el espanto de la angustia.

Según el AT, "los elegidos" representan al pueblo de Israel y son los destinatarios de la alianza. El motivo de la elección es el amor; Dios es fiel y mantiene su alianza con los que aman sus preceptos. La fidelidad a la alianza tiene por efecto la larga vida, mientras se perece por no obedecer. No se rechaza impunemente la salvación; quienes lo hacen se condenan a la ruina.

La fidelidad de Yahvé a la alianza se manifiesta impidiendo la muerte de sus fieles, "los elegidos", y, con ella, la destrucción del pueblo. La duración de la devastación y, correlativamente, de la angustia, no está, por tanto, solamente en manos de hombres. El desastre está provocado por la infidelidad de los dirigentes y del pueblo. Pero no por esto renuncia Yahvé a su compromiso; manifiesta su fidelidad a la alianza con los que se han mantenido en ella.

En este pasaje de Mc el antiguo pueblo está constituido por "los elegidos", los que se han mantenido fieles a la alianza, cuyo compendio eran los dos mandamientos recordados por Jesús en el templo, como respuesta a la pregunta de un letrado (12,29-31). Por amor a ellos acorta Yahvé los días del desastre, en virtud del compromiso contraído con la alianza. El verbo "acortar" (= "amputar") expresa una interrupción violenta. Esta figura quiere manifestar que para Yahvé resulta intolerable que sus fieles perezcan; se subraya así su fidelidad y amor. En medio de la tragedia, hay un intersticio de esperanza, que Mc expresa usando un lenguaje propio del AT (cf. Dt 4,40; 6,2.24, etc.).

En realidad,, lo que señala el evangelista es la existencia de dos lógicas contrapuestas, la del mal y la injusticia con el ser humano (= infidelidad a Dios), que lleva al desastre, y la del bien y la justicia (= fidelidad a Dios), que afirma la vida y la favorece. Según este pasaje de Mc, la lógica del bien frena de algún modo a la del mal; es decir, gracias a que una parte del pueblo es fiel a Dios, en la inevitable ruina de la nación habrá menos víctimas humanas, el desastre será menos cruel.

En otras palabras, si toda la nación se dejara arrastrar por el fanatismo nacionalista y antirromano, el exterminio sería total; pero la presencia de algunos con sentido de humanidad, contrarios a exasperar la situación y llevarla al extremo, lo evitará. En una situación sin salida Dios desea que las consecuencias sean lo menos graves posible, y ese deseo de Dios se verá realizado en la medida en que haya gente a quien, por encima de las ideologías, les interese el bien y la vida de los seres humanos y afirme así su fidelidad a Dios; él se compromete a sostenerlos en su actitud.

LA BIBLIA

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