domingo, 9 de junio de 2024

Mc 13,21-22

 <<Y entonces, si alguien os dice: "Mira, aquí está el Mesías. Míralo allí", no lo creáis; porque surgirán mesías falsos y profetas falsos y ofrecerán señales y prodigios que desviarían, si fuera posible, a los elegidos>>.

La segunda exhortación mira a la misma circunstancia que la primera, es decir, al momento en que se percibe la presencia del devastador. Su fundamento es igualmente la definitividad de la destrucción y la consiguiente ausencia de señal salvadora. Pero los destinatarios, ahora, son solamente los discípulos.

De hecho, Jesús les anuncia la posibilidad de que en aquel momento futuro oigan afirmar la presencia del Mesías. Esta denominación, con artículo, remite al Mesías cultural, al victorioso restaurador de Israel, según la concepción de los letrados (12,35.37: "el hijo de David") y del pueblo (11,10: "el reinado de nuestro padre David"). La presencia de este Mesías equivale a la de la señal: anunciaría la ayuda divina para dar la victoria a Israel contra el invasor. La existencia de varias figuras mesiánicas (aquí, allí) demostrará, por un lado la falsedad de la pretensión y, por otro, la intensa expectación e incerteza en que va a encontrarse el pueblo. En cualquier parte aparece un mesías y hay quienes se enrolan bajo su bandera. Los informadores suponen que todo judío responderá inmediatamente a la noticia.

La exhortación a los discípulos a no dar fe a las voces que corren sobre los mesías muestra que la ideología nacionalista está aún fuertemente arraigada en ellos y que tales anuncios encontrarían un eco en sus aspiraciones íntimas. Esto concuerda con el tenor de la pregunta inicial (13,4) y la exhortación a "no entusiasmarse" (13,7). Jesús pretende eliminar toda ilusión que, alimentando vanas esperanzas, pudiera impedir o retrasar la huida (vv. 14b-16).

Surgirán no sólo mesías sino también profetas, pero unos y otros son calificados de "falsos" o "engañosos" es decir, su pretensión no corresponde a la realidad. Los impostores se presentan como la respuesta divina al peligro que amenaza al pueblo. Sin embargo, ni los mesías son liberadores enviados por Dios (su mera pluralidad demuestra su falsedad) ni los profetas proponen mensajes inspirados por Dios. El binomio "señales y prodigios" alude a los del Éxodo (cf. Mc 8,11s). Los falsos mesías prometen una liberación como la efectuada por Moisés, contando con el auxilio portentoso de Dios para derrotar al poderoso enemigo (cf. Dt 20,1-4).

En 13,6, dentro de la comunidad creyente, falsos profetas atribuían a Jesús el papel de mesías nacionalista. Ahora, en cambio, la tentación de los discípulos no se encarnaría en un Jesús falseado, sino en otros individuos que se arrogasen el papel de mesías. Según el texto, pues, el nacionalismo judío prevalece en los discípulos sobre la adhesión a Jesús. Jesús los previene contra las falsas esperanzas de salvación, que podría tentarlos y provocar su separación de él.

Tanto los mesías falsos como los profetas falsos se presentarán como la respuesta divina al peligro que amenaza a la nación (la señal salvadora). Los falsos profetas prometerán liberación y pretenderán legitimar a los falsos mesías. Pero todo eso será ilusorio; las prometidas señales y portentos en los que se expresaría la ayuda divina no se realizarán. La mención de profetas falsos alude a los que en tiempo de Jeremías predecía la victoria sobre el invasor; Jeremías, en cambio, preconizaba la no resistencia como única posibilidad de salvación (Jr 33,7.8.11.16; 35,36).

El propósito de los impostores será ganar adeptos a su causa, es decir, persuadir a otros a alistarse en sus filas para combatir al invasor. En e caso de "los elegidos", sin embargo, fracasarán. La fidelidad a Dios llevará a éstos a la no resistencia, como en tiempo de Jeremías. Será, sin duda, el mensaje de este profeta, su denuncia de los sacerdotes y profetas falsos y su amenaza al templo y a la nación (caps. 7 y 33/26), la que les hará tomar esa actitud. Percibirán que la situación es análoga: como en tiempo de Jeremías, los falsos profetas engañan al pueblo y Dios no va a apoyar la causa de los impostores. Para ellos, los fieles, en cambio, la fidelidad divina los afianzará en su postura (si fuera posible); así otros comprenderán y la resistencia durará menos tiempo.

Se enfrentan las dos interpretaciones de la situación señaladas con ocasión de la predicción inicial (13,2):

a) La de los falsos profetas, que coincide con la expresada por los discípulos en su pregunta (13,4), considera a Israel una nación injustamente oprimida, a la que Dios ha de liberar como en otro tiempo; el programa que nace de esa concepción es la resistencia armada.

b) La de Jesús, para quien la extrema situación de los judíos es una consecuencia de su infidelidad a la alianza, por lo que la ruina es inevitable. Israel no es tanto un pueblo oprimido cuanto una sociedad donde se practica la opresión y la injusticia en nombre de Dios mismo (Mc 11,15-17). Su liberación del dominio extranjero no es independiente de su fidelidad a Dios.

LA BIBLIA

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