Pero algunos, indignados, decían entre ellos: <<¿Para qué ese derroche del perfume?>>
Algunos de los presentes critican la acción de la mujer; no son todos (algunos), pero son los que dan la tónica en la casa. No entienden lo que ha hecho la mujer ni ven su gesto de utilidad y, por eso, reaccionan con indignación, que manifiestan entre ellos. La acción de la mujer ha afirmado la vida de Jesús en su muerte y ha reproducido lo que Jesús mismo va a hacer: dar la vida por amor a los hombres. Al oponerse a la acción de ella, se oponen a Jesús. Los que niegan valor al gesto de la mujer (entregarse como Jesús), lo niegan a la muerte de Jesús: para ellos, dar la vida es sólo una pérdida inútil (derroche). Esa muerte no es más que un fracaso.
Mc no llama "discípulos" a los que protestan, porque ha colocado la escena en el contexto de "la casa de Simón" (v. 3), refiriéndola a la primera época del ministerio de Jesús (1,29), cuando aún sus seguidores no habían sido designados como "discípulos" (la primera vez, en 2,15). Pero no cabe duda de que los que reaccionan negativamente al gesto de la mujer se identifican con ellos.
En Mc 10,44 fue Jesús el que se indignó con sus discípulos, cuando éstos quisieron impedir que "los chiquillos" se acercaran a él. Ahora son los discípulos los que se indignan con la mujer, porque consideran su gesto como un derroche. Por otra parte, en el episodio de la petición de los Zebedeos a Jesús (10,35-41), la indignación del círculo de los Diez (10,41) se debió a la ambición de poder que veían amenazada por la pretensión de los dos hermanos (10,37). Jesús, entonces, les enseñó que en su comunidad el poder queda sustituido por el servicio y la entrega de la vida (10,42-45). Ahora, ellos se indignan contra la mujer, que expresa su identificación con Jesús, dispuesta a dar la vida como él. No han aprendido la lección. No se les pasa por la cabeza que haya que dar la vida con y como Jesús por la liberación de la humanidad. Siguen esperando el triunfo terreno.
La palabra derroche (lit.: "pédida") está en relación con 8,35: "quien pierda su vida por causa mía... la pondrá a salvo". El gesto de la mujer (romper el frasco), que simboliza su disposición a dar la vida, es considerado como un pérdida definitiva. Ellos quieren ponerse a salvo, y corren el riesgo de perderse (8,35a). Están en el nivel de lo terreno (8,36: "ganar el mundo entero").
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