domingo, 30 de junio de 2024

Mc 14,5

 <<Podía haberse vendido ese perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres>>. Y le regañaban.

Los que se indignan no estiman el perfume por sí mismo, no ven más que su precio. No entienden que dar la vida por otros pueda ser más necesario y eficaz que la limosna. Y, en el caso de Jesús, verían la muerte como el fracaso de su misión, al que no están dispuestos a asociarse.

Para ellos, la obra del amor se limita a la limosna, que en tiempos de Pascua era especialmente practicada por los judíos; quieren presentarse como judíos ejemplares. Cuando el primer reparto de los panes, los discípulos se declaraban incapaces de ayudar a la multitud sin disponer de dinero (6,37: "doscientos denarios"); no pensaron ni siquiera en un acto de solidaridad, expresado en el compartir. Siguen con la misma mentalidad respecto a los pobres: ven ahora la posibilidad de tener dinero par ayudarles (más de trescientos denarios), la que entonces no tuvieron. Para ellos, los pobres son objeto de beneficencia. Mantienen la distancia, no crean igualdad. Están dispuestos a dar cosas, pero no su persona.

En el episodio del rico, Jesús había puesto a éste como condición para seguirlo vender todo lo que tenía y darlo a los pobres (10,21). Los que protestan ahora aplican a este caso aquellas palabras de Jesús: el perfume debía haberse vendido para darlo a los pobres y aliviar su necesidad. Creen que aquel gesto que pedía Jesús debía interpretarse como beneficencia, en lugar de como desprendimiento total. Dar los bienes era, para el rico, condición antes del seguimiento; el seguidor de Jesús se sitúa en otro plano, debe estar dispuesto a darse a sí mismo hasta el fin, como lo ha expresado la mujer.

Aún no han comprendido que la solución que aporta Jesús al problema de los pobres es más radical. Quien está dispuesto a entregarse del todo, a fortiori está dispuesto a compartir lo que tiene. Para ellos, la limosna es un acto ocasional; para Jesús, la actitud de servicio es permanente, y el modelo es él mismo (10,45).

Mientras Jesús regañó al leproso por su idea de un Dios que discrimina en su amor (1,43), éstos, que tampoco conocen el amor universal de Dios, riñen a la mujer, que pone en cuestión, con su actitud, el mesianismo nacionalista que ellos propugnan.

LA BIBLIA

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