Pero Pedro le declaró: <<Aunque todos fallen, yo no>>.
Aunque Jesús ha predicho la defección de todos, Pedro, el obstinado, se destaca del grupo para constituirse en excepción (Aunque todos fallen, yo no); él se conoce mejor de lo que lo conoce Jesús. Lo que Jesús dice, lo admite para los demás, pero él no es uno de tantos. A su presunción añade la pretensión de superioridad sobre los otros.
Todos han sido igualados por Jesús, pero -piensa Pedro-, respecto a él, Jesús se ha equivocado. La pertinacia de Pedro no es de ahora; ya ha corregido a Jesús en otra ocasión (8,32; cf. 10.28). Con su declaración se singulariza y se hace protagonista.
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