Adelantándose un poco, se dejó caer a tierra, y pedía que, si era posible, no le llegase aquella hora.
Jesús se separa del grupo de los tres, pero a poca distancia (Adelantándose un poco). Los tres discípulos podrán así ser testigos de su oración, aunque ésta se desarrolle en el ámbito personal de la relación de Jesús con Dios. Se deja caer a tierra, como derrotado. No es una postura de oración, sino de abatimiento, en consonancia con los sentimientos expresados anteriormente. Desea y pide con insistencia, que la hora que se avecina, se aleje, no llegue nunca para él. Como ha quedado establecido en 13,11.32, "la hora" es la de la pasión y muerte.
La voluntad de Jesús es clara: no quiere afrontar "la hora". Se resiste a llegar hasta el final que le espera, a asumir las consecuencias últimas del mensaje predicado por él y de su actividad liberadora. Aflora aquí el combate interior de Jesús: si su muerte va a ser inútil, si no va a servir más que para descrédito suyo y de Dios mismo, si va a provocar la ruina de Israel, no tiene sentido morir de esa manera. Por eso rehúsa ser entregado en manos de los enemigos de Dios.
La mente de Jesús está ofuscada por la fuerza del sentimiento. En primer término de su conciencia están el horror y el abatimiento ante lo que se avecina; de tal manera, que vacila su identificación con el designio del Padre. Sin embargo, su petición no es categórica, sino condicionada: si era posible. No está seguro de que lo que pide sea factible. Duda de que su deseo sea compatible con el plan divino y no pretende imponer su voluntad a Dios.
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