jueves, 1 de agosto de 2024

Mc 14,60-61a

 Entonces el sumo sacerdote, poniéndose en pie en medio, interrogó a Jesús: <<¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos testifican contra ti?>>. Pero él seguía callado y no respondía nada.

El procedimiento basado en los testimonios ha fracasado; se pasa al interrogatorio directo del acusado. La autoridad suprema, el sumo sacerdote, se levanta en medio, en el centro, su puesto como la figura principal, con la misma actitud acusatoria de los últimos testigos. El que es representante autorizado del poder religioso y político, va a interrogar personalmente a Jesús con todo el peso de su autoridad; es la voz del círculo entero.

Su nombre no se menciona, indicando que, para la injusticia que va a cometerse, lo significativo es el cargo, representativo del Consejo entero y de la nación, no la persona. El sumo sacerdote es el jefe supremo del sistema religioso-político judío, de la institución injusta y explotadora.

Frente a las acusaciones que se han proferido contra él, Jesús ha guardado silencio, y este silencio es el objeto de las preguntas del sumo sacerdote. Éste no ve la razón de que Jesús no se defienda de los cargos que se le imputan (¿No respondes nada?).

Al preguntarle a Jesús cómo interpreta y cuál es el fundamento de esos cargos (¿Qué es lo que éstos testifican contra ti?), espera que éste se declare Mesías. Quiere forzar la declaración de Jesús. Todos esperaban que el testimonio anterior la provocase, pero no ha sido así; Jesús no ha caído en su trampa. Necesitan, sin embargo, que él mismo se pronuncie, para presentar una acusación objetiva ante el gobernador.

Jesús guarda silencio, lo que Mc expresa con una doble formulación (seguía callado y no respondió nada), subrayando la fortaleza de Jesús, capaz de resistir la presión del sumo sacerdote. No va a declarar su mesianidad sobre la base de un testimonio falso y no tiene nada que decir ante la mala fe. No reconoce autoridad a este tribunal para interpretar su actuación, que acaban de falsear. El sumo sacerdote, por el momento, no se compromete; no hace más que preguntar, como los dirigentes del templo (11,28); aquellos no se atrevieron a hacer a Jesús la pregunta de si era el Mesías, porque esa pregunta los acusaba, como lo expuso Jesús en la parábola de la viña (12,6-8).

LA BIBLIA

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