Él lo negó diciendo: <<¡Ni sé ni entiendo lo que dices tú!>> Salió fuera, al zaguán, y un gallo cantó.
Pedro, que había reconocido a Jesús por Mesías (8,29), responde con una evasiva; dice no tener idea de lo que le pregunta la criada. No niega rotundamente haber estado con Jesús, pero no quiere comprometerse en un ambiente hostil. Para el evangelista, sin embargo, tan conducta equivale a una negación (lo negó diciendo).
Su ensoñación mesiánica ("calentándose") le impide declararse discípulo de "ese Jesús" que está siendo tratado como un criminal. Prefiere hacer como que no entiende la pregunta, intentado evitar así complicaciones. El que estaba dispuesto a dar la vida con Jesús (14,31), se acobarda ante una criada. Si Jesús hubiera dado alguna señal de resistencia, habría osado desafiar al sistema; solo como está, no se atreve a enfrentarse con los que, sumisos a sus amos, están contra Jesús.
Sale fuera, al zaguán, es decir, se aleja del patio, lugar de los incondicionales de la institución. Aunque ha renegado de Jesús, tampoco se identifica con "el sistema" y sus siervos. Se aleja, evitando ser interpelado de nuevo. Después de su primera negación, no tiene valor para salir en defensa de Jesús. Se quedará en el zaguán, indeciso, sin determinación.
Con el hecho de que no huya de la casa del sumo sacerdote, sino que se quede en un espacio intermedio, el zaguán, insinúa Mc que, a pesar de la hostilidad del ambiente, hay una afinidad entre el espíritu de Pedro y el de la institución judía. No se ha entregado al sistema, como hizo Judas. Desde el principio, ha propugnado un reformismo violento (1,29-31 Lect.); no es cómplice de los dirigentes, pero en el fondo sus valores son los mismos: la violencia y el poder; tiene con ellos una afinidad ideológica. No está con la institución, porque se opone a su injusticia; pero tampoco con Jesús, porque no acepta su mensaje.
Se encuentra en la misma situación trágica descrita en 14,3 bajo el símbolo de la lepra ("en Betania, en la casa de Simón el leproso", vse. Lect.). Es decir, aunque comparte los ideales mesiánicos y nacionalistas del pueblo, aquí representado por la criada, es marginado y rechazado por éste por ser discípulo de Jesús.
Al salir al zaguán, un gallo cantó. Por lo que le había dicho Jesús (14,30), el primer canto del gallo debería ponerlo sobre aviso, pero no reacciona; quizá, en su intento de salir de la situación, no presta ni siquiera atención.
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