Pilato reaccionó preguntándoles: <<¿Entonces, qué queréis que haga con ese que llamáis "el rey de los judíos"?>>
Aunque la multitud haya elegido la libertad de Barrabás, esa opción no debía ser más que un paréntesis. Pilato está atrapado por haber propuesto el indulto para Jesús, admitiendo su culpabilidad, pero es a él a quien compete ahora decidir la pena que merece. Sin embargo, no quiere comprometerse dando un veredicto y deja al arbitrio de la multitud la decisión que le toca a él como juez: qué sentencia merece Jesús (¿Qué queréis que haga?). Hace un último intento desesperado, recordando a la multitud los gritos con que muchos de ellos habían aclamado a Jesús (ese que llamáis <<el rey de los judíos>>, cf. 11,9-10).
Ahora bien, dado que la multitud ha hecho suyo el propósito de los sumos sacerdotes de eliminar a Jesús, no es legítimo que Pilato le pregunte a ella por la suerte de éste: prácticamente lo abandona al arbitrio de sus acusadores.
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