Pilato les replicó: <<¿Pues qué ha hecho de malo?>> Ellos gritaron más y más: <<¡Crucifícalo!>>
La pregunta de Pilato (¿qué ha hecho de malo?) muestra que, a su juicio, las acusaciones de los sumos sacerdotes no probaban verdaderos delitos. Se siente desbordado por la desproporción entre la actividad real de Jesús y la pena de muerte que exigen (¡Crucifícalo!). Quiere poner un punto de objetividad, hacerlos razonar, pues por su parte no ve causa para condenarlo.
Pero la multitud, que ha hecho suya la postura de los sumos sacerdotes, no reacciona ante la verdad objetiva; se deja llevar por la dinámica del odio y del fanatismo. Los que han elegido a Barrabás se han convertido en asesinos como él.
La multitud no puede responder a la pregunta de Pilato (¿qué ha hecho de malo?); los sumos sacerdotes la han cegado. Se han apoderado de su mente y le dejan sólo la pasión desatada. Grita con más insistencia para forzar la voluntad del gobernador (gritaron más y más: ¡Crucifícalo!). Es la forma de no hacer caso a su pregunta, de no atender a la objetividad, de zafarse de la razón. Se han hecho los portavoces de los jefes, cuyo único interés era dar muerte a Jesús. En el grito de la multitud aparece la misma unanimidad obtenida en el Consejo ante la acusación previa. Entonces, la acusación era una cobertura del odio; ahora, el odio queda al desnudo: se condena a Jesús sin causa alguna.
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