Y con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
Bandidos (gr. lêstai) era en aquella época la denominación de los rebeldes nacionalistas que se oponían con la violencia al dominio romano. Ya en el prendimiento, Jesús había protestado porque fueran a detenerlo como a un bandido (14,48). Era, por tanto, intención de las autoridades judías que Jesús apareciese públicamente a esta luz. Se ve el sentido de las acusaciones ante Pilato, basadas en el título <<el rey de los judíos>> (15,3). Han querido que aparezca como lo contrario de lo que ha sido, aun sabiendo muy bien que nunca había usado la violencia; al contrario, se entregó cuando iban a prenderlo y ha guardado silencio ante las acusaciones. La crucifixión con él de dos bandidos, confirma que Jesús ha sido condenado por este motivo. Que se produzca en este momento parece reflejar una reacción negativa a la proclamación universal de <<el rey de los judíos>> que el evangelista acaba de hacer.
La crucifixión de los dos bandidos se expresa en presente histórico (lit.; "y con él crucifican a dos bandidos"), indicando que ése es el juicio invariable de los sistemas de poder contra Jesús; él es el enemigo permanente, al que siempre asimilan a un subversivo.
Los dirigentes tienen interés en tachar a Jesús de sedicioso, de rebelde. Con esto pretenden hacer olvidar la alternativa de Jesús, que ponía en cuestión todas sus instituciones; quieren demostrar que Jesús es uno de tantos, un reformista violento que se mueve en las categorías del mismo sistema que combate. Al mismo tiempo, se afanan por borrar la acusación que Jesús hizo de las autoridades del templo, al llamarlo <<cueva de bandidos>> (11,17); para defenderse, la revierten contra él.
La localización de los dos bandidos: uno a su derecha y otro a su izquierda, recuerda el pasaje donde Jesús, en respuesta a los hijos de Zebedeo, que pretendían esos puestos para el día de su entronización como rey (10,37: "el día de tu gloria"), les advirtió que no estaba en su mano asignarlos (10,40).
El puesto que deberían ocupar los seguidores de Jesús, que habrían debido asociarse a él en su entrega, lo ocupan bandidos. Ni los Zebedeos ni ningún otro de los Doce ha compartido la suerte de Jesús; estaban deseosos de participar de su gloria (10,37), pero han sido incapaces de afrontar la prueba que Jesús les anunciaba (10,38).
El hecho de que Mc emplee para la localización de los dos bandidos los mismos términos, "derecha" e "izquierda" (gr. ek desiôn y ex euônymôn), que ha usado Jesús en su respuesta a los Zebedeos, identifica el día de la gloria de Jesús con el de la cruz o, lo que es lo mismo, su entronización, anunciada por él en su respuesta al sumo sacerdote (14,62: "veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha de la Fuerza"), con su muerte. Se pone así de relieve el aspecto oculto de la muerte en cruz de Jesús: el día de su máximo oprobio coincide con el de su máxima gloria. Mc subraya con insistencia esta doble vertiente de los hechos: lo que a los ojos de los hombres parece muerte y fracaso es en realidad el triunfo del amor y de la vida (8,35).
A la hora tercia ("a media mañana") entre los dos momentos de la máxima humillación de Jesús, su crucifixión como un rebelde (v. 24a) y la de los dos bandidos como compañeros suyos (v. 27), se produce la revelación del amor sin límite y se anuncia la extensión del reinado de Jesús al mundo entero.
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