sábado, 10 de agosto de 2024

Mc 15,29-30

 Los transeúntes lo insultaban meneando la cabeza y decían: <<¡Vaya! ¡Tú que derribas el santuario y lo edificas en tres días! ¡Baja de la cruz y sálvate!>>

La introducción a los ultrajes está inspirada en Lam 2,15, texto que se refiere a Jerusalén: "Los transeúntes se frotan las manos al verte, silban y menean la cabeza contra la ciudad de Jerusalén". Los que pasan cerca de la cruz hacen lo mismo con Jesús, sin darse cuenta de que el rechazo de éste llevará a la ruina de la ciudad y del templo, y de que la burla que hacen de él preludia la que se hará de Jerusalén. El ¡Vaya! (gr. oua), que ellos pronuncian, exclamación de asombro burlón, se convertirá en "¡ay!" (gr. ouai) de dolor y desolación.

Lo insultan (gr. eblasphêmoun) con el gesto y con la palabra. Con el gesto, meneando la cabeza, como estaba expresado en Sal 22/21,8: "Al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza". Con la palabra, y decían..., burlándose de la pretensión de Jesús de derribar el santuario y reedificarlo en tres días. En la frase ¡Tú que derribas el santuario...! se atribuye a Jesús lo que Dios dijo que haría con el templo (Jr 26/33,4-6; cf. 7,14). En realidad, los que pasan repiten la falsa acusación presentada contra Jesús ante el Consejo judío (14,58), aunque suprimiendo algunos detalles: no mencionan que se trate de dos santuarios diferentes, uno hecho por hombres y el otro no; hablan del mismo santuario. Esta noticia ha tenido que ser comunicada a la gente por las autoridades judías. El que gente del pueblo haga suya esta acusación muestra que éste fue, sin duda, el argumento usado por los sumos sacerdotes para poner a la multitud contra Jesús en el juicio ante Pilato (15,11).

Los transeúntes, gente corriente aleccionada por los dirigentes, piden a Jesús que muestre su poder, usándolo en beneficio propio, y evite así la muerte infamante y la derrota. La prueba de la legitimidad de sus pretensiones será ponerse milagrosamente a salvo bajando de la cruz (¡Baja de la cruz y sálvate!). Para ellos, "salvarse" significa evitar la muerte; para Jesús, superarla. No puede comprender que el llamado rey de los judíos pierda la vida, que se deje matar. Su impotencia actual prueba que lo que antes decía era falso. En opinión de los que pasan, la cruz anula la vida y la obra de Jesús; es su mayor descrédito.

LA BIBLIA

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