miércoles, 14 de agosto de 2024

Mc 16,3

 Se decían unas a otras: <<¿Quién nos correrá la losa de la entrada del sepulcro?>>

Las mujeres van preguntándose y comentando la dificultad que esperan encontrar persuadidas de que Jesús sigue muerto y de que la sepultura ha sido definitiva. No han vislumbrado siquiera el mundo nuevo.

Se sienten impotentes (¿Quién nos correrá la losa?), pero no renuncian a su propósito; tienen que rendir homenaje al ideal mesiánico que habían proyectado sobre Jesús. La losa, que sella la definitividad de la muerte, es para ellas inamovible. La piedra o losa pertenece al mundo viejo; representa la ideología del judaísmo y su concepción de la muerte, que hacen de obstáculo para comprender la de Jesús. Mientras esté puesta, no se puede llegar hasta él ni creer en la vida.

Pero el hecho no las ha detenido; no renuncian a sus esperanzas mesiánicas. Necesitan de Jesús, su ideal de Mesías, aunque esté muerto, pero, al mismo tiempo, no pueden quitar el impedimento que en su mentalidad las separa de él. La losa, que imaginan que cierra el sepulcro, es el obstáculo psicológico que les impide encontrar a Jesús.

El final de la frase: de la entrada del sepulcro, muestra ser la losa la que recluye al hombre en la muerte (sepulcro), separándolo definitivamente del mundo de los vivos. La entrada, hecha para pasar, está inutilizada; la losa se convierte en frontera que separa la vida de la muerte.

LA BIBLIA

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