miércoles, 1 de noviembre de 2023

Mc 2,23a

 Sucedió que un sábado iba él a través de lo sembrado...

Es la segunda vez que aparece el sábado como fecha. En 1,21b señalaba el día de la reunión semanal en la sinagoga, donde Jesús iba a enseñar. Ahora se le considera como día de reposo obligatorio y, como tal, va a ser motivo de controversia.

El sábado era una de las instituciones principales de la religión judía. La observancia del reposo sabático, desconocida en otras culturas, constituía un distintivo del judío en medio del mundo pagano. Para explicar este episodio es necesario exponer el significado del sábado en los escritos legales del AT y en la enseñanza farisea contemporánea de Jesús.

Según los escritos legales, el reposo sabático había sido instituido para impedir que el hombre fuese alienado por el trabajo incesante y, al mismo tiempo, para poner freno a la explotación de los más débiles, esclavos y extranjeros (Dt 5,12-15). Tenía también una función positiva: permitir el ocio y afirmar la libertad. Según esta antigua concepción, la vida, que se expresa y se renueva con el trabajo, culminaba y se revelaba como don de Dios el séptimo día, con el reposo unido a la fiesta.

Se concebía el sábado como un éxodo semanal, una dinámica histórica que anunciaba la liberación definitiva del hombre. Era señal de la antigua alianza (Éx 31,17; Ez 20,212), incoada con la liberación de Egipto. Pero al igual que aquella liberación no había suprimido la esclavitud, también la forma preceptiva de la ley del sábado limitaba la libertad del hombre en lugar de fomentarla.

Desde la vuelta de Babilonia (538 a.C) empezaron a manifestarse tendencias que llevarían a una absolutización de la Ley y, con ella, del sábado. Doctrinas que circulaban en tiempos de Jesús afirmaban que Dios había creado el sábado antes que al hombre y que el reposo sabático se observó en primer lugar en el cielo. Con esto se hacía del sábado un absoluto, una realidad preexistente al hombre y ajena a él, a la que tenía que someterse sin intentar explicársela. Ya no estaba en función del trabajo y del reposo, de la libertad y de la fiesta; era una entidad misteriosa, existente por sí misma, en cierto modo independiente de Dios y del hombre.

Para castigar la transgresión del descanso sabático estaban previstas dos penas: la excomunión y la condena a muerte, según la gravedad de la violación. En Nm 15,32-36 se describe la muerte por lapidación de un individuo sorprendido cortando leña en sábado. En el castigo de las transgresiones se hacía mucho caso de la intencionalidad de la acción.

Los fariseos seguían estas tendencias, pero, además, su legalismo había complicado desmesuradamente la observancia del precepto, enredándolo en una maraña de distinciones y casos particulares. Se distinguían, por ejemplo, 39 clases de trabajos prohibidos en sábado, que, a su vez, se subdividían cada uno en otros 39 hasta dar un total de 1 521 trabajos prohibidos (39 * 39). Entre los 39 principales se encontraban la siega, a la que asimilaban el arrancar espigas, como es el caso en este episodio.

El mandamiento del descanso prevalecía sobre todos los demás; al decir de los rabinos, tenía tanto peso como todos los demás mandamientos juntos, y observarlo correctamente equivalía a cumplir con toda la Ley. Su transgresión se comparaba a los peores pecados: idolatría, incesto y asesinato. De podía curar o cuidar a un enfermo sólo si estaba en peligro de muerte; en caso contrario estaba absolutamente prohibido. Estaba permitida la violación del sábado en casos extremos, como para salvar la vida de una persona o animal. 

El sábado fariseo, en vez de expresar la vida, la inhibía; en lugar de ser medio para evitar la alienación, se había convertido en su instrumento; no era expresión de libertad, sino de sometimiento; no era fiesta, sino constricción.

Es notable que se mencione sólo a Jesús como sujeto que atraviesa por lo sembrado, cuando parece evidente que sus discípulos lo acompañaban. Con esto indica Mc un sentido particular para la frase; viene dado por el término <<lo sembrado>>, pues, en este evangelio, el verbo <<sembrar>>, así como <<semilla/simiente>>, se utilizan como metáfora para la exposición del mensaje de Jesús y como el mensaje mismo. Hay que ver, por tanto, en la frase inicial, un sentido local figurado: Jesús ha expuesto el mensaje en toda Galilea, que ha sido el ámbito de su siembra (1,39), y ahora va atravesando el terreno ya sembrado. La escena alude, pues, a la labor precedente de Jesús en Galilea y refleja la situación en la región como tal (<<lo sembrado>>), donde ha llevado a cabo aquella actividad.

LA BIBLIA

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